La llorona del 25 de agosto de 2021

«A excepción del conductor que arregla las llantas y la grúa que remolca el vehículo dañado, nadie más puede beneficiarse de la pereza del gobierno de no llenar un vacío a tiempo»

Las calles y carreteras del país han llegado a tal estado que la mayoría de los panameños simpatizaron con un tuit reciente que sugería a los funcionarios del MOP viajar a la Luna en un transbordador espacial de la NASA para estudiar sus cráteres y luego regresar a Panamá. para cubrir los que tenemos aquí, como se hacía en los años 60 cuando existía el CAM.

Digno de elogio fue el trabajo que se realizó entonces, consistente en tapar un bache o cubrir la superficie de las calles, avenidas y carreteras con una gruesa capa de material asfáltico, mejorando así sustancialmente su pavimento. Pero, si bien es de suponer que este trabajo fue posible gracias al trabajo diligente de ministros idóneos y funcionarios competentes, nunca imaginamos que esta función fundamental del MOP quedaría archivada como si el tiempo no pasara factura al estado de México. las calles, ya que son la mayoría de las cuales se encuentran actualmente en un estado deplorable.

Nos permitimos recordar a las autoridades del MOP lo que estaba haciendo el CAM y sugerir la conveniencia de establecer, una vez más, un esmerado servicio de mantenimiento para que esta gravísima situación, que ya ha sido advertida por todos los medios, culmine en la pronta reparación. de las calles antes de que el deterioro empeore y las reparaciones se vuelvan más difíciles y costosas.

No hay duda de que el pavimento de hormigón es preferible para nuestro clima, siempre que, por supuesto, esté correctamente construido. Estamos convencidos de que sería la solución definitiva al problema, pero reconocemos que está más allá de las posibilidades económicas de Hacienda construir las carreteras de todo el país con hormigón armado, y que por ello es necesario seguir utilizando riego asfáltico. Tampoco, debido al lamentable estado en que se encuentran las calles y carreteras, lo podemos atribuir solo a la intensidad del tráfico. Hemos visto que algunas calles han sufrido desgaste y que construidas hace mucho tiempo, todavía están en perfecto estado. De esta forma, las reparaciones a las que nos referimos pueden ser de larga duración, no solo por la forma en que se han realizado, sino también teniendo en cuenta el material utilizado.

Pero toda obra de este tipo necesita de un servicio de mantenimiento constante y esmerado, ya que, si la pequeña fisura o el pequeño bache que se advierte no se repara de forma inmediata, dicho daño aumentará rápidamente, provocando las consiguientes molestias a los vehículos y dando lugar posteriormente a la necesidad de hacer arreglos que a menudo son ineficaces y más costosos. Por las consideraciones anteriores, puede ser conveniente que, cuando se realicen las licitaciones, o cuando se firmen los contratos de reparación de calles y avenidas con material asfáltico, se establezca una cláusula que indique la necesidad de que dichos caminos se mantengan en perfecto estado durante un período de algunos años, aunque, como es lógico, dicha comisión conllevaría el correspondiente gasto adicional. De lo contrario, es de temer que en poco tiempo se registren varias fallas que pongan en duda la efectividad de las obras realizadas.

Una de las funciones más importantes del MOP, si no la más fundamental, es cuidar la red vial del país. Es lamentable que el MOP se haya convertido en un ministerio de cubículos, con funcionarios de traje y corbata, donde lo más importante son las licitaciones para grandes proyectos, y donde se han olvidado de tapar los baches y rellenar los cráteres que son un dolor de cabeza para quienes viajan en vehículos, autobuses y camiones. En innumerables ocasiones hemos dirigido notas y mensajes a ministros y funcionarios sobre la ubicación precisa de cráteres, algunos con profundidades de hasta 20 centímetros y que representan una trampa mortal cuando se viaja a velocidades de sesenta o más kilómetros por hora.

A excepción del conductor que arregla las llantas y la grúa que remolca el vehículo dañado, nadie más puede beneficiarse de la pereza del gobierno de no llenar un vacío a tiempo. En otros países más civilizados, donde «el progreso acaricia tus lares», por mucho menos demandarían o llamarían a capítulo al ministro del ramo. Porque al final, todo se reduce a que la responsabilidad empieza y acaba con el puesto. Es decir, así como el director de la NASA fue el mayor responsable cuando ocurrió el desastre del Challenger, aquí el primer y último responsable del mal estado de las calles y avenidas del país es el ministro del MOP. Tan simple como eso.

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