El colegio es, en principio, el espacio seguro para todos los niños que aprenden, no solo conocimientos, sino también a desarrollarse emocional y socialmente en su entorno. Y son cada vez más diversos: casi un 26% del alumnado madrileño asegura que no es heterosexual. Sin embargo, no todos los niños se sintieron igualmente protegidos. El 35% del alumnado de la Comunidad de Madrid tiene prejuicios hacia los compañeros de clase que forman parte del colectivo LGTBI, porcentaje que ha advertido en 20 puntos porcentuales desde 2019. Son datos del informe LGTBIfobia en las aulas que ha presentado este viernes COGAM, asociación de defensa de los derechos LGTBI de Madrid, que descubre la inseguridad que sufren los menores parte del colectivo en sus aulas.

El aumento en los prejuicios y la falta de visibilidad contribuyen a crear un ambiente hostil en el centro educativo para muchos alumnos. De hecho, según el estudio, solo el 23% de los estudiantes de secundaria homosexuales o bisexuales se ha trevido a salir del armario. De los 6.256 alumnos de secundaria, bachillerato y Formación Profesional encuestados durante 2022 —correspondientes a 66 centros educativos de 27 localidades de Madrid—, un 24% afirmaron estar bien ser parte del colectivo, siempre que “no se note”. Y un 42% de ellos recelan abiertamente sobre tener una pareja bisexual. El porcentaje de personas que no creen que el aula sea un ambiente suficientemente seguro para el colectivo LGTBI ha pasado del 16,8% en 2019 al 21,2% en 2022.

La consejera de Igualdad, Irene Montero, ha incidido durante la presentación del estudio en la importancia de estos datos, que arrojan una radiografía «trasladable» al panorama nacional y políticas públicas, para conocer la realidad del alumnado LGTBI, detectar los casos de acoso y actuar de manera urgente desde las instituciones. “Tenemos la obligación de no tolerar el blanqueamiento y la difusión masiva de discursos LGTBIfóbicos y tránsfobos, y el objetivo de asegurar que la escuela es un espacio seguro y libre de violencias para todas las personas”, expresó. La titular de Igualdad ha recalcado que es en los centros educativos donde los menores reciben «el aprendizaje de lo que es la vida en sociedad» y de cómo «convivir», por lo que son espacios clave para «acabar con la impunidad de quienes quieren que la diversidad no existe o que siga habiendo personas que vivan en los armarios”.

solicitar el acoso escolar

Eliminar el acoso escolar en las aulas continúa siendo una batalla pendiente, y lo es también en el ámbito del género o la orientación sexual. Un 30% de los estudiantes afirma haber presenciado alguna vez una agresión verbal tiene un compañero por su condición sexual. «Este tipo de acoso pasa desapercibido en muchas ocasiones porque, al no haber un reconocimiento de la diversidad en el aula, se crea la falsa idea de que esta no existe, por lo que la violencia tampoco se ve», explicó Irene Correa, parte del equipo de investigación de COGAM.

De entre la población homosexual y bisexual, el 7% denuncia recibir acoso e insultos homófobos, mientras que en el caso de los menores trans, especialmente habilitado, el porcentaje aumenta hasta el 17%, pese a que el 91% de sus compañeros manifiesta» accept the problems of sin.” La peor parte del acoso por internet también recae en los menores trans: el 14% de ellos afirma sufrir también acoso por redes, algo que solo padecen el 3% de sus compañeros homosexuales o bisexuales.

Quienes defienden a sus compañeros de insultos y burlas son también candidatos a sufrir acoso, por el “contagio del estigma”. El 3% de los estudiantes han visto al menos una agresión física, pero muchos deciden que no interviene. Solo el 66,5% de los alumnos declaran que defenderían ha conocido a compañera o compañero, 10 puntos menos que en 2019. Un 20% expresa que no sabría qué hacer; un 11%, que no intervendría y un 1,5% manifestó que se uniría a las burlas. “Esta masa pasiva permite la conducta y la agresión sin censura. Es necesario que la gente actúe. Por eso es tan importante el trabajo de sensibilización en el aula, para proteger a la víctima y garantizar que tiene apoyos y protección”, ha expuesto Correa.

El género también tiene un papel importante en la reacción al acoso: las chicas defienden más (83%) que los chicos (49%), que normalizan más la violencia. También esí en caso de las agresiones físicas y verbales: el 47.3% de las personas que ejercen algún tipo de violencia son chicos cisheterosexuales. «El género es un factor qu’atraviesa totalmente, tanto los prejuicios como las agresiones, y que recae sobre todo en el modelo de masculinidad tradicional. Los chicos tienen mayor carga de prejuicios, mayor transfobia y mayor homofobia, incluso los chicos que forman parte del colectivo”, explicó Sara Guilló, técnica del proyecto educativo de COGAM.

En el caso del maestro, la respuesta es sí. El 86% de los alumnos aseguran que sus profesores de referencia ayudan y actúan cuando hay insultos o acoso a un compañero por ser parte del colectivo LGTBI, datos similares a los de 2019, a pesar de que la confianza sus educativos es menor entre los alumnos de la colectivo. Sin embargo, fuera del colegio, el respaldo en casa es menor. El 24,7% considera que su familia no los apoyaría si resulta LGTBI y, entre quienes ya se consideran parte del colectivo, los porches son similares: alrededor del 30% de ellos creen que no serán aceptados en casa cuando sus familias lo sepan.

Entre los pedidos del COGAM para eliminar la asistencia escolar y la violencia colectiva, están la implementación de la educación sexual y la formación de docentes, así como la adquisición de referentes positivos para los egresados ​​LGTBI. Tan solicitando como los centros educativos cuenten con protocolos de actuación para atender las necesidades de los menores LGTBI, además del uso de los recursos necesarios para facilitar el desarrollo «real y efectivo» de la ley madrileña de protección integral contra la LGTBIfobia.

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