El vehículo blindado de Elisabeth Borne, filmado por una horda de motociclistas, se precipita hacia la Asamblea Nacional en medio de un ballet de luces intermitentes. Este jueves 16 de marzo, día del décimo mes de la Rue de Varenne, la Primera Ministra, sentada en el asiento trasero de su sedán, se ve arrastrada por el torbellino de la reforma que eleva la edad de jubilación de 62 a 64 años responder . Todo se aceleró durante los intercambios finales con Emmanuel Macron, lo que hizo que su destino se desvaneciera: ahora es la jefa de Gobierno que habrá reformado las pensiones para el 49,3. Y ya se escuchan los gritos del Palais-Bourbon donde exigimos su emisión.

Dos horas antes, en el Elíseo, el sexagenario envainó la espada, temiendo asumir el papel del Quijote de la política. Después de poco menos de seis meses de feroz batalla, Elisabeth Borne se resigna. Abatida y enfadada, justo antes del examen final de la reforma, acepta la utilización del artículo 49 inciso 3 de la Constitución para que el texto sea adoptado sin votación en la Asamblea. Y poner su futuro político en manos del Jefe de Estado. “Supongo que es un fusible”espeta frente al presidente, bajo la mirada de un puñado de ministros y líderes de grupos mayoritarios.

Con la nariz clavada en las mesas de conteo, los dos jefes del ejecutivo notaron un poco antes que aún faltaban… dos votos. Nadie está sorprendido. Desde el comienzo de las negociaciones con la derecha Les Républicains (LR), ningún recuento ha resultado en una mayoría. El personal de LR advirtió al Primer Ministro por teléfono que solo 28 a 30 diputados de 61 votaron a favor del texto. Emmanuel Macron admite que no se dan las condiciones para votar, luego se alarma: el abandono de la reforma significaría subidas de los tipos de interés, deterioro de la imagen de Francia, aceleración política… Por la mañana se había burlado: “Ahorrar inteligentemente en las finanzas públicas no es un movimiento espontáneo ni de la nación ni de las administraciones, y supone elecciones que yo asumo. » Como réplica de su lanzamiento en el “Galos resistentes al cambio”en agosto de 2018, unos meses antes de la revuelta de los «chalecos amarillos».

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Junto al ex prefecto, bajo los oros del Palacio del Elíseo, Gérald Darmanin, ministro del Interior, y Aurore Bergé, líder del grupo Renaissance en la Asamblea, abogan a pesar de todo, como la mayoría de los diputados de la mayoría, por ir a el voto. Deja de perder. Y sumergirse en abismos de incertidumbre… «pura demagogia»barrer el ministro de Economía, Bruno Le Maire, y su amigo en el presupuesto, Gabriel Attal. “Es tal el resentimiento en el país que no podemos correr el riesgo del 49.3. ¡Es mucho más arriesgado para el futuro! », defendió la diputada de Yvelines. Gérald Darmanin sugiere la disolución en caso de fracaso: “Hay que ir a la votación. Si disolvemos ahora, la RN [Rassemblement national] progresar pero no ganar. “Nosotros no jugamos al billar de tres bandas”pica Emmanuel Macron.

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