Hemos interiorizado que el vidrio va al contenedor verde; el plastico, al amarillo y el carton, al azul. Pero la ropa la seguimos tirando al cubo de los desperdicios. En España hay 900.000 toneladas de ropa al año, y el 88% acaba en vertederos, según el informa Análisis de la recogida de la ropa usada en España. El otro 12 % va a contenedores de ropa y, de allí, a plantas modernas que seleccionan las pritas —incluso aquellas en mal estado— y las reúsan o reciclan. La nueva ley de residuos impone que en 2025 los ayuntamientos —también los pequeños— tendrán que recoger los residuos textiles separados, por lo que verá un abrevadero de contenedores de ropa en las calles: Madrid y Málaga, por ejemplo, van a duplicar los instalados unos. Las marcas de moda también tendrán que implicarse en la recogida de premios usadas en sus tiendas, no podrán tirar los excesos —por lo que crecerán las opciones de segunda mano— y deberán crear consorcios para gestionar sus desechos. Estos son los cambios que traerá el nuevo reto del reciclaje.

“En dos años debe instalar en todas las ciudades un sistema para que los ciudadanos puedan desechar los residuos textiles, que además de ropa incluyen toallas, sábanas, tapicerías… ropa que hay por las calles”, resume Enric Carrera, director del Instituto de Investigación Textil y Cooperación Industrial de Terrassa (Intextor) de la Politècnica de Catalunya (UPC). “No obstante, el reto no es tanto recoger, como qué hacer luego con ello, porque África está comenzando a no querer ropa usada europea para desarrollar su propia industria, y con la nueva ley ya no se permite quemar los excesos de producción, así es decir 900.000 toneladas pueden convertirse en 1,2 millones que habrá que tratar. Estamos ante un reto de una magnitud espectacular”, prosigue.

Por hora, la mayoría de las urbes permite la colocación además de calles de contenedores de ropa de entidades sociales, aunque algunos consistorios empiezan a instalar también puntos de recogida municipales. Algunos ejemplos: Madrid cuenta ya con 770 contenedores ya final de año pretende llegar a los 1.600, mientras que Málaga doblará los 233 actuales. Vigo tenía 50 y los aumentó hasta los 300 el año pasado, anticipándose a la normativa. Segun el Análisis de la recogida de la ropa usada en España, elaborado por Moda re- (entidad de Cáritas) en 2021 y el más completo hasta la fecha, hay ahora mismo unos 21.000 de ellos en España, la mayoría de los cuales (más de 19.500) están en el espacio público y pertenecen a entidades sociales, aunque también hay algunos (más de 1.500) en parroquias y centros comerciales, donde hay 700 puntos municipales.

Contenedor municipal para recoger ropa usada recientemente instalado en el centro de Madrid. luis sevillano

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Su número crecerá mucho. “En los próximos dos años van a inundar las calles de contenedores de textil, lo empezamos ya a ver en algunas ciudades, pero llegará a todas”, apunta Manuel León, coordinador de Moda re- (entidad de Cáritas). Es muy difícil precisar cuánto pueden crecer, pero si se quiere pasar del actual 12 % a un 30 %, al menos, que triplicarlos. El mismo informa (que se actualizará este año) señala que a la red actual llegan unas 108.000 toneladas anuales, unos 19 kilos por persona y año —Transición Ecológica no cuenta con datos distintos—.

El camino a la reutilización

¿A dónde va la camiseta o el pantalón depositados en estos contenedores? En general, un alguno de los cinco grands centros de reciclaje textil qu’existen ahora en España. La visita a uno de ellos, el que tiene Koopera en Valencia, permite escuchar cómo es el proceso que sigue la ropa usada en su camino a la reutilización. Al enorme barco de Ribarroja de Turia —que gestiona anualmente 6.000 toneladas de ropa usada procedente de más de 700 puntos de recogida— llegan cada día trucks y furgonetas con las prisas recogidas en los contenedores de Cáritas, que depositan en bolsas en una especie de recipiente grande.

La línea de separación de cuerdas de la planta de Koopera en Ribarroja (Valencia).
La línea de separación de cuerdas de la planta de Koopera en Ribarroja (Valencia).
Mónica Torres

Desde ahí se mandan a la gran cinta transportadora que la eleva hacia una estructura industrial amarilla en cuyo interior hay varios habitáculos de una línea de separación. “Clasificamos cada prisa según varios parámetros, la temporada, la calidad, el género…”, explica Emi Carmona, coordinadora de esta empresa social. En este habitáculo hay dos personas, un tutor y un aprendizaje de inserción social; primero, dan un botón para que apareció ropa; luego, pasan cada elemento por una máquina con un software que ayuda a realizar ese primer cribado. “Mujer, vestido, verano”, dice una de las aprendices. “Pantalón, vaquero, niño”, dice otro. Una vez pronunciadas las palabras mágicas, un fuerte soplo mecánico manda lo llevó a otra cinta transportadora, que la depositaire en una de las más de 60 canastas que esperan al final de este proceso.

“La ropa de más calidad (más del 10%) se vende en nuestras tiendas de Moda re-”, explica Carmona. “La que tiene menos calidad pero está en buen estado se exporta a países de África y Oriente Próximo (un 70%). Hay una tercera opción que es parar la ropa en hilos (donde acaba otro 10%), lo que se llama hilaturas; para eso tenemos una máquina que revisa la composición de la ropa con un láser, hay un porcentaje de acero del 99%”, continúa.

Planta de reciclaje de ropa de Koopera en Valencia.
Planta de reciclaje de ropa de Koopera en Valencia.
Mónica Torres

¿Qué pasó con el que no sirve para nada de estas cosas? «Alrededor de un 10% de lo que nuestra llega será incinerada y se convertirá en energía, es lo que será revalorización energética», prosigue la coordinadora. En cualquier caso, es importante que todo el residuo textil, incluso en mal estado, se seque en el contenedor de la pieza utilizada para pasar por este proceso. En Koopera tienen además otra línea manual, donde separan y clasifican ropa, pero también zapatos y complementos. “Así podemos clasificar más ropa. Los zapatos se pueden mandar a tienda, e incluso aprovechamos los pares sueltos, que en África sirven para elaborar productos como bolsos”, continúa Carmona.

“Todas las plantas que hay ahora mismo en España son de tratamiento manual, pero esto va a cambiar muy pronto”, auguró Igor González, presidente de Ecotextil —una asociación que asesora en reciclaje a marcas de moda—. “Hay empresas que han pedido fondos europeos Next Generation para iniciar plantas mucho más avanzadas”, señala. Pueden ser de selección mecánica de la ropa, o bien de separación física de los componentes (por composición de la prita) o incluso química (para disgregar las fibras)”. El experto Enric Carrera explica que la separación física supone triturar la toma para obtener hilos, «aunque el resultado todavía de calidad media-baja», mientras que la química consiste en disolver los hilos para luego regenerarlos. «Es un proceso todavía muy caro», admite.

González consideró que, con la nueva norma, las propias marcas de moda tendrán que incentivar el déarrollo de plantas de tratamiento que ayuden para reutilización y reciclaje de la ropa. «Los productores asumirán ese gasto con una tasa, y van a tener que financiar la recogida y el tratamiento». De hecho, siete grandes marcas —Decathlon, H&M, Ikea, Inditex, Kiabi, Mango y Tendam— acaban de crear la Asociación para la Gestión del Residuo Textil, una entidad que en 2025 deberá gestionar sus dentro del principio quien los residuos contaminados, paga . Es una figura similar a Ecoembes, que aglutina a manufactureres de envases para recoger su propia basura. Las demás como de moda deben sumarse a esta asociación o crear otras distintas.

Cambios en las tiendas de ropa

Mientras llega ese momento, las compañías ya se están adaptando. Mango, por ejemplo, ha puesto otros contenedores de recogida textil en todas sus tiendas y envía lo que recibe precisamente a Koopera, un ejemplo que también siguen marcas —como El Corte Inglés— y que será obligatorio en 2025. Mientras, Primark anima a sus Los clientes han donado ropa no deseada en sus propias instalaciones, y afirman que toda su ropa está fabricada con materiales reciclados «o de origen más tenible» para 2030.

Punto de reciclaje de ropa usada en la tienda Mango situada en el paseo de Gracia de Barcelona.
Punto de reciclaje de ropa usada en la tienda Mango situada en el paseo de Gracia de Barcelona.

Otra novedad de la ley es la prohibición de destruir los excesos de ropa no vendida, una práctica muy habitual en la moda. Inditex, matriz de Zara, dona sus sobrantes a tiendas de inserción sin ánimo de lucro ya entidades sociales como Acnur, Cruz Roja y Cáritas, mientras que El Corte Inglés los aparta a más de 60 ONG. De hecho, prácticamente todas las grandes marcas del sector tienen o planean acuerdos de donación similares.

Esto se traducirá en un canal de la segunda mano textil, dado que cada vez llegarán más nuevas sin usar a la par que excluyen la recogida de usadas. Moda re-, por ejemplo, tiene 120 tiendas en 84 urbes españolas, pero además ha abierto 20 espacios de ropa usada en diferentes Alcampo supermercados, empresa que a su vez dona sus excedentes a Moda re-. Mientras, Humana cuenta con casi medio centenar de establecimientos, algunos de ellos antiguo for atraer al público más joven, que ya está dejando de considerar la ropa usada como cutre y cada vez más la ve como algo ‘cool’.

“Estas tiendas no permiten dignificar la entrega social”, apunta Manuel León, de Moda re-. “Antes, quien lo necesitaba iba a su parroquia y le daban una bolsa con ropa, que le podía servir no. Ahora, a estas personas se les entrega un check por un import que pueden canjear en nuestras tiendas, así que van a una de ellas, escogen lo que quieren y cajean ese cupón. Los demás no tienen por que saber si paga con dinero o con otra cosa, y además las personas vulnerables pueden elegir lo que les venga mejor”, prosigue.

Una joven miran lleva usadas en la tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza de Madrid.
Una joven miran lleva usadas en la tienda Humana Vintage de la calle Hortaleza de Madrid.
FLORES INMA

Otra tendencia será remendar las pritas. “Arreglar la ropa es subversivo. Interesa que compremos, nos cansemos de ello y volvamos a comprar. Rehabilitar implica autosuficiencia, concentración y paciencia”, apunta Marta D. Riezu, autora de la moda justa (Anagrama, 2021), que aboga por zurcir la ropa vieja como una forma de “vestir con ética”. La percepción de los tradicionales remiendos, vistos hasta ahora como algo de pobres, también está cambiando y ya llega al mundo de la moda: Zara, por ejemplo, ha lanzado una plataforma que ofrece servicios de reparación de sus pritas, venta entre particulares y donación , y otras marcas intentan programas similares. Igor González lo resume así: «La mejor ropa es la que se vuelve a usar, y tenemos que trabajar para hacerlo cada vez más».

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