Argentina es el país sin precios. Nadie sabe cuanto cuestan las cosas. Si hay incertidumbre al comprar facturas o jeans, peor es ir a comer afuera.

No hay importaciones en qué barrio eliges mesa. Más si es en Buenos Aires. Ni hablar si pedís un Malbec.

En los restaurantes preferidos por los turistas -mar en Puerto Madero, Cataratas o en la Patagonia- es un clásico que el menú esté afuera para orientar a los extranjeros.

Hoy somos todos «gringos» frente a los numeritos al final de cada plato. Yes esa suma no es el precio final.

Más allá del cubierto, hay un monto -no dicho ni fijo- para ese ejército que mantiene (muchas veces con sueldos bajos y en negro) el equilibrio en la bandeja. Propano.

Con una inflación del 100% y las localidades que están llenas -un boom de clientes que es una semana descrito por el New York Times- y sus verdaderos templos del «consumo posible», ¿cuánto es la propina que hay que dejar hoy en un restaurante?

Antes de abrir la calculadora del celu, la cuenta es facil.

Si una cada «¡Qué caro está sucio en una esquina!»the sumamos que en este país es «cultural» el monto (no es un ítem de la AFIP y por convenio hasta esta prohibido para todos los trabajadores gastronómicos y hoteleros), para muchos clientes las propinas son la variable de ajuste después de haber hecho el inconfundible gestito de escribir en el aire.

¿También es cultural que, según dónde se está y la atención se deja poco, nada o mucho? Si. A la Argentina (además de campeones del mundo) la habitan clientes.




Colmado. Los restaurantes hoy están llenos a pesar de la inflación. Foto Martín Bonetto

Está la panera incluida en el cubierto (por ahora, porque en algunos restó ya la cobran aparte), se puede pedir de entrada una empanada o una porción de rabas (aunque después no traen ni asado ni paella) y relacionamos la propina con el 10% del billete (sí, que no siempre es uno fiscal).

Pero mucha más argentinidad recae sobre nuestras consejo. Y en momentos de crisis, está al palo.

«Dejo entre el 8% y el 10% del monto pagado«.»El 10% acá, el 18%-20% en Estados Unidos (forzado), el 5% en España«.»El 10%, según se establezca. Si espero como el traste puedo llegar a no dejar, pero es raro«.»Pensar que eso es el 0% en Japón. Te perseguirán para devolvértela si dejás«.

Sus algunas respuestas para esta nota desde una encuesta de Wok & Drinks, la comunidad en WhatsApp gourmet del ecosistema Ristretter. La mayoría cuestiona que la propuesta «se ajuste según la atención».

Para otros, es un deber que se profesa sobre esas biblias en folio que en la última hoja dicen los postres.

«Para mí el 10% es sagrado. Jams recorto. A mi tampoco me paso. Y aunque me atiendan mal dejo. Prefiero expresar mi disconformidad hablándola, pero dejo por una cuestión de empatía con los bajos ingresos que seguramente perciba quien te atiende«.

Hay más.

«Doy el 10% como regla general, salvo que me atienda mal o que me parezca una exorbitancia nominal«, impugnó Eduardo Martín. Y lo explico Clarín.

Para él, director de Innovación y Tecnología de una compañía, el concepto de propina incluye fundamentalmente la atención. Es un devoto comensal que pide con fe.

«Como soy de conocer lugares distintos, consulte al mozo para que me recomiende un plato. También le presto mucha atención a que me sugiere con las porciones, si son para compartir.

Al final, por cuestiones de la inflación, el concepto de «nominalidad» Empezó también a tallar en Eduardo sobre la inmaculada regulación del 10%. «Hace dos semanas fuimos a un restaurante de parrilla tradicional. Eramos 10 y gastamos unos $15,000 por persona, lo que llevaba darle un monto similar al mozo, que sólo se limitó a traernos los platos. Nuestro parecía ‘nominalmente’ muy elevado y lo bajamos a $ 10,000, que sigue siendo mucho«.

Laura es de San Telmo, tiene 43 años y sale a comer desde hace tiempo con dos grupos de amigas distintas, las de la infancia y las del club. Ahora escucha el mismo debate al final de ambas juntas: «¿Cuánto dejamos?».

«En una misma semana salí con los dos grupos. Con unas fui a un bodegón de Parque Patricios. Con las otras fuimos a un bar de Retiro. Pedimos sushi, tres cócteles y un postre por $13.000 por persona», enumerará.

Hasta aquí, la descripción. Ahora, la discusión. «Con los dos grupos siempre dejábamos el 10%. No se debatía. Pero en ambas cenas, empezó el ida y vuelta. Una decía que no es el 10% sí o sí, otra que la atención no había sido para tanto… En número absoluto, hoy 10% es una montaña. Duele, pero sigo comprendo que es parte del sueldo del mozo«, sigue. En el bodegón terminaron el 8%. En el bar, un poco más: casi el 10%.

«El restaurante es para ti»

Miguel Arce hace 30 años que es mozo en el emblemático restaurante El Globo (from 1908 es un clásico para comer puchero cerca de la Avenida de Mayo) y dice a Clarín eso «la propina hoy es una loteria».

Miguel Arce hace 30 años que es mozo en el restaurante El Globo y dice que "la propina hoy es una loteria".  Foto Guillermo Rodríguez Adami


Miguel Arce cumple 30 años como mozo en el restaurante El Globo y en cuanto «la propina hoy es una lotería». Foto Guillermo Rodríguez Adami

Ni tanto oficio hace que las y los camareros vayan teniendo una idea del monto antes de escuchar «el restaurante es para ti». Nunca se sabe cuánto van a dejar.

«Los argentinos que están acostumbrados a sucio mucho te dejan el 10%. En general, los porteños. Tenemos muchos clientes de las provincias, que a veces te dejan. Nunca el 10%. Inside no están muy apreciados con la propina. Es un tema –cuenta–. En consecuencia, los mozos peleamos para que la pongan directamente en el ticket«.

Muchos restaurantes venden la cuenta con la leyenda «propina no incluida». En inglés y español. Pero eso no hace que deje de ser adrede.

«Trabajé con compañeros que se jubilaron con 44 años de servicio. Te dicen que el 10% siempre estuvo. Pero ahora la gente te deja según la atención. Pasás por las mesas y escuchás ‘Aplazado el 10‘, ‘Déjemos tanto cada uno‘. Hacen una colecta y te van dejando«.

También todo cambia según el acento que se escuche.

«Depende el país, si sus brasileños leen ‘servicio de mesa’ y la mayoría cree que ya está. En general no te dejan nada. Por eso hay muchos problemas con los mozos, que les escapan a esas mesas. Si vienes de Estados Unidos, Inglaterra, China, dejan siempre. Con 10% o más«, dice Miguel.

La forma en que se distribuye la contribución es política de cada restaurante. Ahí mandan los mozos. Por lo general se quedan el 70% o más. El resto se lo dejan al cajero, que lo split en partes iguales entre la gente del mostrador, limpieza y cocina. ¿Cuánta propina puede hacer un mozo por un turno de cuatro horas en un restaurante estándar? También es relativo, pero en un día muy bueno, unos $20,000.

Tampoco se gana lo mismo en una pizzería que en un café, en un bodegón que en un restaurante top. En los más exclusivos es probable que reciban del 10% para arriba. Y que la propina sea mayor si gustó el vino que recomendaron.

«La propina es más alta en los buenos restaurantes como éste y los mozos hasta se pelean por las plazas. Está todo lleno, con gente queda afuera en un segundo turno. Y van rotando los comensales de distintos barrios. En la pizzería la gente va con lo justo, clase media. En ese segmento la propina esta resentida»explica Julio Gagliano.

es el dueño de Viejo Patrónun restaurante especializado en asado y con restaurante propio encargado por la primera camada de sommeliers de carnes de la UBA.

Emily Madrid es moza en la trama de Las Cañitas.  Dice que cuando pagan con tarjeta, los clientes dejan más propina.  Foto Maxi Falla


Emily Madrid es moza en la trama de Las Cañitas. Dice que cuando pagan con tarjeta, los clientes dejan más propina. Foto Maxi Falla

El sushi sigue siendo una de las elecciones preferidas de los más jóvenes y de las parejas (que pueden pagar el costo de 30 piezas). ¿La edad les dice algo a los mozos sobre la propina?

Emily Madrid tiene 22 años, es venezolana y tuvo sus meses de trabajo en el Fabric de Maure, en Las Cañitas. Pero hace cuatro años que está moza en Argentina.

«Los que menos dejan son los jóvenes, desde siempre. Los que más se acercan al 10 % tienen entre 30 y 50. Cuando pagan con tarjeta medio que se sienten obligados a dejar eso porque se lo tienen que pedir al cajero. Cuando pagan en pueden efectivo, como no se ve, dejar lo que quieren», dice.

Leonela Hipperdinger es la encargada de ese local y aggra que la regla del 10% la cumple la minoría. «La mayoría deja el 7% u 8%. Depende mucho de la experiencia: si fue buena, la propina es buena; si fue mala, no hay propina. No es sólo que el cameraro debe ser simpático y saberse toda la carta, depende de muchos factores: la calidad, la cantidad y los tiempos. Alineando eso, el éxito está asegurado». El 10% (o «casi»).

El doble efecto de los restaurantes llenos

«El tema de la inflación y la propina es relativo, porque depende de si el lugar es turístico o no. Ahí es muy alta la propina, con extranjeros a los que les es muy favorable el cambio. En Puerto Madero puedes dejar el 20%. Los argentinos dejan la mitad del 10%«, según la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos (UTHGRA).

La otra cara es que están llenas las cervecerías, «por una cuestión de costo, porque no hay para una casa o un auto, y ahí se requiere menos personal y se deja menos propina«. Esto de «esperar más mesas por menos consejos» vive en todo el rango medio de locales gastronómicos.

también conspiración la falta de efectivo para redondear muchas el 10% que en Argentina es uso y costumbre. En marzo, el gremio había dicho que el tan habitual pago con tarjeta o QR estaba atentando contra la propina que «duplicar, triplicar o hasta cuadruplicar el sueldo de un mozo».

Si está incluido en el boleto y se paga por medios electrónicos, el artículo no está regulado. Si viene hay «cumplió», pero si este es el lado del servicio habrá que acercarse a la caja y esperar que al final del turno se transfiera o materialice en efectivo.

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