A tras la jornada “Elige Francia” del 15 de mayo en Versalles, el gobierno y la prensa discutieron los 1.725 proyectos de inversión extranjera directa (+7%) presentados en 2022. Europa, por delante de Alemania y Reino Unido.
No vamos a volver aquí sobre la relevancia de este indicador, ya que los comentaristas ya señalaron que la jerarquía entre los tres países se invierte si clasificamos estos proyectos en términos de valor, número de empleos generados por proyecto o saldos entre entradas y salidas. de operadores externos ya establecidos.
Por lo tanto, nos preguntamos más bien sobre los mecanismos en funcionamiento para explicar estos flujos de recursos y sobre su balance final, quizás menos emocionante de lo que uno podría pensar. Como en cualquier otro lugar de la Unión Europea (UE), obviamente solo puede invertir en Francia si tiene euros.
Una opción especial
Si los operadores externos nos “compran” estos euros a cambio de su propia moneda nacional, Francia tiene un derecho sobre las economías de las que se originan estas monedas extranjeras. Por ejemplo, si los inversores japoneses nos dan yenes a cambio de los euros que necesitan para hacer esto, Francia podría comprar una empresa en Japón utilizando estos yenes. De manera más general, Francia tendría derecho a comprar capital, bienes o servicios producidos por la economía japonesa.
Si estos inversores tienen que pedir prestados los euros necesarios a Francia, deberán reembolsar el principal, es decir, el valor inicial del activo comprado o creado, incrementado por el interés del préstamo, que se supone que corresponde a la tasa de rendimiento de la inversión.
En definitiva, devolverán a Francia una cantidad de euros lo suficientemente importante como para permitirle, si así lo desea, rescatar a largo plazo el capital creado o adquirido por los operadores. En cambio, si esta inversión se financia con euros ya en poder de operadores extranjeros, la ecuación es otra.
En el caso de una Francia deficitaria frente a la UE
Francia no adquiere entonces ningún derecho sobre las economías extranjeras y ningún medio de redimir el capital invertido. Sólo renuncia a su derecho de propiedad (y por tanto de control) sobre una parte de su estructura productiva nacional. Pero, ¿cómo podrían los inversores extranjeros tener euros que no necesitarían pedir prestados (y, por lo tanto, devolvernos) o cambiar por sus propios dispositivos?
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