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El sistema público de pensiones español tiene dos fuentes de financiación. El principal son los ingresos de las cuotas sociales que pagan a trabajadores y empresarios y que sirven para costear las pensiones corrientes. Por lo tanto es un sistema «contributivo», porque se hace básicamente con empleados activos y departamentales, ya que los jubilados actuales reciben sus pensiones en base a lo que trajeron en el pasado y las pagaron de las bahías de los activos. trabajadores. Sin embargo, estas cantidades no son suficientes para pagar el número de pensiones y completar el sistema necesario de la segunda fuente financiera que son los dineros generales. Y en este punto se abre el debate sobre el hecho de que las personas que suscriben pensiones con lo que les queda importante se destinan a otros usos.
Participando en el diseño del sistema de pensiones, el investigador de Fedea y el catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos, Miguel Ángel García, llaman la atención sobre los números rojos que representan la parte exclusivamente contributiva del sistema de pensiones (ingresos por cotizaciones menos pagos por pensiones contribuyentes), sin contar la parte que se paga con las facturas. Este saldo negativo aumentó en 2023 hasta los 55.919 millones de euros, lo que equivale a 3,8 puntos del PIB, algo más que el déficit respecto a lo que cierran las administraciones públicas (3,7%).
Para llegar a esta cifra, García se apoya en los resultados oficiales del Sistema de Seguridad Social, que cerró 2023 con un déficit equivalente al 0,6% del PBI, cifra muy similar a la del año anterior. Si es necesario que este porcentaje aumente en dos dígitos, hasta el 0,8% del PIB, si excluimos los ingredientes correspondientes a las tarifas destinadas al Mecanismo de Equidad Intergeneracional, «porque son un ingrediente que no está disponible para pagar el pensiones actuales como si ingresara al fondo de reserva, solo estará disponible a partir de 2032.»
Dicho esto, este economista explica que, para pagar la totalidad de la factura de las pensiones, la Seguridad Social se enfrenta, además de los ingredientes netos ordinarios de las tarifas sociales, a otras transferencias específicas del Estado por valor de 27.231 millones de euros (un 1,9% del PIB): uno para el pago de complementos a las pensiones mínimas (7.345 millones de euros), y el segundo, muy superior en cantidad, destinado al pago de lo que García considera «mal llamadas» gas indebido (19.886 millones de euros). Así, si no se contabilizan estas montañas de transferencias, lo que el investigador llama “saldo de cuotas del sistema de seguridad social” sería casi el 2,7% del PIB. Sí, esto ha acumulado otros 1,2 puntos del PIB en las transferencias del Estado (incluso de la montaña) para el pago de pensiones de las clases pasivas de profesionales felices. Sin embargo, está vinculado al mencionado déficit de 3,8 puntos del PIB que debe financiarse con deudas y deudas generales.
El Gobierno, a través del Ministerio de Seguridad Social, ha planteado una revisión de esta contabilidad, defendiendo que el uso del pago de parte del sistema de pensiones con cantidades es legítimo y muy habitual en otros países del entorno comunitario. Sí, García y muchos otros investigadores de las pensiones sostienen que es precisamente esta radiografía financiera del sistema la que permite analizar más correctamente su funcionamiento para tomar los medicamentos necesarios que aseguren su sostenibilidad.
Por tanto, para los defensores de esta contabilidad, es importante que la situación financiera sólo de la parte contributiva del sistema de pensiones —cuyo gasto absorbe el 13,1% del PIB y casi el 30% del gasto público total— sea objeto de debate en sociedad porque cuantos más recursos necesite financiación para las pensiones, menos financiación tendrá para otros posibles usos del gas público, advierte García.
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