Mal día para ser simpatizante de Vox. Este miércoles en Madrid, en el barrio de Chueca, miles de personas aplaudían frases como: “no queremos discursos de odio”, “el orgullo es una lucha que requiere de lucha cotidiana”, “ni un paso atrás”, “vamos a frenar las amenazas”, que llegaban del escenario en el que se presentó el pregón y las acciones para la marcha del Orgullo del sábado, una de las que se adivinan más masivas —en torno tiene un millón de personas— y vindicative. Ruido de la ultraderecha en su déembarco en los ayuntamientos, donde se ha dedicado a evitar que desplieguen banderas arcoíris y ataquen los símbolos de igualdad.
Decían que estaban en defensa de los derechos conquistados y coreaban a la multitud de actrices Lali Espósito, Alba Flores y Ana Wegener, que dieron el pregón en el Día Internacional del Orgullo. Los protagonistas de la película. Te estoy amando locamente“es un ataque” a la libertad.
In this arranque de los actos que celebran el primer Orgullo que coinciden en una precampaña electoral especialmente bronca, por los ataques de Vox a los derechos LGTBI ante la pasividad del PP, no faltó la fiesta, la parranda, los minis de cerveza, los sombreros de paja y las selfies “para mi marido que no pudo venir”. Pero este pregón tenía un aire especial, más político. La sensación de que hay mucho en juego. “Il venido como todos los años, pero sé consciente de lo que esta vez es distinto. Hay una amenaza real que nos obliga a unirnos ya movilizarnos de otra manera para no retroceder ni un paso en los derechos obtenidos”, explica Carlos, un conde sevillano que se enfada a medida que habla.
La pérdida de acceso a la Plaza Pedro Zerolo estuvo más controlada que en ocasiones anteriores, diversos filtros obligaron a los asistentes a pasar por un control policial que fue revisado cada bolso. In las azoteas, hasta una decena de uniformadas siguió el pregón con atención. Anteriormente, el Ministerio del Interior había anunciado un dispositivo especial para el desfile del Orgullo del sábado, que espera que congregue a entre un millón y un millón y medio de personas. The Police ha extremado la seguridad, duplicando el número de agentes con respecto al año pasado: serán 3.726, informa Patricia Ortega-Dolz.
Cuando Espósito endingó de hablar, el tema “A quién le importa”, de Alaska y Dinarama, sonó como una liberación y la música festiva y electrónica desvistió los cuerpos que bailaban a 34 grados. Irene, de A Coruña, lucía en la misma muñeca varias pulseras, una de ellas era la bandera de España, y otra, la arcoíris.
―¿Hijos incompatibles?
“Ay, qué pasa. Yo siento las dos y son ellos los que no se enteran.
El “ellos” era como el invitado que no llegó a la cena, pero del que todos hablan. La España que no cabe en la cabeza de muchos sí cabe en la muñeca de una chica de 26 años.
Sprays de agua contra el calor, abanicos y gente en los balcones con torso desnudo animaban una plaza que parecía el resumen de una época. El sonido, y, por tanto, el mensaje que salía de la tribuna principal, estaba limitado por razones legales, tal y como advertían un cartel de la organización, pero los bares tenían permiso para abrir dos horas más.
La actitud beligerante de la ultraderecha se ha centrado estos días en las banderas arcoíris, impidiendo que se cuelguen en algunos parlamentos regionales —al menos tres: Comunidad Valenciana, Baleares y Castilla y León— y ayuntamientos —Valladolid, Alcalá de Henares o Boadilla del Monte , Entre otros-. También lo han intentado en Navarra y Zaragoza. Mientras, el PP ha reivindicado su “compromiso” con el colectivo LGTBI, pesa a cogobernar o pactar con Vox en las instituciones en las que no se han colocado las enseñas.
Con todo, en un contexto de tendencia al alza de los delitos de odio contra las personas LGTBI: en 2021, Interior registró un aumento del 70% en los delitos contra la orientación sexual en España. Tendencia que el Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha achacado a un mayor número de denuncias, pero también a la mayor crispación política, agudizada por los duros discursos de la ultraderecha.
El Orgullo pero crítico
A la misma hora, en otro punto de la capital, concentraban este miércoles de gente con banderas de colores, brillos y bolsos con el arcoíris. Lo hacian en honor a las revueltas de 1969 en el bar neoyorquino de Stonewall, y los convocaba la Plataforma Orgullo Crítico, esa agrupación de colectivos que critican el capitalismo que impregnaba la tradicional celebración. La era de El Lema Contra la crisis, Orgullo e Insurrección. Víctor Duque (42 años) trabajaba en el sector turístico, pero hoy acude a la manifestación de la mano de la fundación Eddy G, qu’acoge a personas LGTBI que han sufrido violencia intrafamiliar. “Ambas manifestaciones son importantes, una es más festiva que la otra, pero esto es necesario porque reivindican y rinden homenaje a los que llegaron antes”, cuenta.
En la plaza de Cuatro Caminos ondean todo tipo de banderas: la trans, la bisexual, la no binaria, la lesbiana, la arcoíris. De hecho, otra de las utilizaciones del Orgullo critico es la falta de diversidad que, a su juicio, exhibe el Orgullo tradicional: hombres blancos cisgénero gais. Las camisetas que reclaman que acabe la homophobia se mezclan con pancartas que denuncian el lavado rosa (el uso de la bandera arcoíris con multas comerciales) de la manifestación estatal organizada por el MADO, el Orgullo de Madrid. En la cuatro salidas del metro no cabe ni un alma más, pero siguen saliendo de la boca del metro, llenando la glorieta.
Zira Rivera tiene 31 años, va con una pancarta que reclama los derechos de las personas racializadas, no blancas. “Tenemos que participar en las conversaciones sur las personas LGTBI. No solo somos nuestro color de piel”, apunta. Sé el primero en saber que acude a la manifestación convocada por Orgullo Crítico y, aunque cree que es un buen espacio para que personas como ella se sientan incluidas, va alerta. Duque, que acude con la fundación Eddy G, incide en la situación política en la que encuentra España. “Cada vez que hay elecciones, los derechos de las personas del colectivo se cuestionan. Que se juegue con nuestras vidas es deleznable”, afirma tajantemente.