Ia Francia nunca ha dejado indiferentes a los españoles. La izquierda ve en ella la Revolución Francesa, Mayo del 68, las conquistas sociales, la hábil mezcla de lo intelectual y lo político. Mientras que a la derecha prevalece la desconfianza: admíralo, pero sin dejarte cegar. En ambos casos opera cierta fascinación, ya sea por la angustia o por el asombro. Con motivo de la reforma de las pensiones impulsada por Emmanuel Macron, la opinión de los españoles siguió aproximadamente el mismo patrón.

En primer lugar, comparar los sistemas de pensiones español y francés no es fácil. En España, el sistema de pensiones establecido tras los pactos de la Moncloa de 1977 celebrados entre los partidos políticos, el gobierno y los agentes sociales durante la instauración de la democracia, es globalmente más homogéneo que el sistema de pensiones francés. Además, la edad mínima de jubilación es más baja en Francia que en España y lo sigue siendo aunque se apruebe el nuevo proyecto. La edad actual de 62 años en Francia y los 64 previstos contrasta con los 67 que la legislación vigente en España prevé para el año 2027. Asimismo, la edad efectiva de jubilación es probablemente más baja en Francia que en España, 62,9 frente a 66,4.

En cambio, el sistema español requiere muchos menos años de cotización para beneficiarse de una pensión del 100%: 37,5 años, frente a los 42 de Francia actualmente, y los 43 de la nueva reforma.

Lea también: Artículo reservado para nuestros suscriptores Reforma de las pensiones: por qué es irrelevante comparar los sistemas europeos

Sobre todo, el papel de los sindicatos francés y español es ventajoso en la historia política reciente de los dos países. Los sindicatos españoles han adoptado una actitud sorprendentemente abierta en las negociaciones con las organizaciones empresariales y los distintos gobiernos en torno a cada proyecto de reforma de las pensiones, a excepción del de 2013, en plena crisis socioeconómica y en pleno ciclo de protestas contra la austeridad. En Francia, por el contrario, los conflictos, las huelgas y las manifestaciones de masas han frenado o bloqueado varios intentos de reforma.

Desafección política

Más allá de las diferencias de “cultura política” entre los dos países, se pueden esgrimir otras dos razones. Aunque las tasas de sindicación son similares en ambos países (ligeramente más altas en España), la negociación colectiva en España otorga a los sindicatos un mayor poder de negociación que sus homólogos franceses. Esto se suma al fenómeno del dualismo del mercado laboral, que hace que los sindicatos franceses sean extremadamente poderosos en algunos sectores y particularmente débiles en otros.

Te queda el 50,26% de este artículo por leer. Lo siguiente es solo para suscriptores.