El crack bursátil de 2022 escondió otro mucho más grave: el de la deuda. Cuando los valores del Nasdaq perdieron un tercio de su valor y el índice S&P 500 cayó un 20%, los operadores señalaron un tema que muchas veces pasaba desapercibido porque era complicado de entender: el desplome forzado.

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Los dos mercados fueron víctimas del mismo fenómeno, la subida de los tipos de referencia de la Fed, la Reserva Federal americana, pasó del 0% a casi el 5% en un año. Pero, si el fenómeno es fácilmente comprensible para la renta variable –los futuros dividendos valen menos y los costes financieros aumentan–, es más complejo para los productos de renta fija.

De hecho, el valor de los bonos que habían sido emitidos durante el período de dinero gratis se ajusta a la baja, para ofrecer una nueva remuneración correspondiente a la del mercado. El asunto resultó en una caída de alrededor del 15% en los bonos en 2022, lo que es considerable para productos que, en el imaginario colectivo, son seguros (bonos del Estado a diez años).

Y es en 2023 cuando medimos el alcance del daño en este mercado, el doble que el de la renta variable. “Una década de tasas bajas y dinero fácil ha distorsionado las asignaciones de capital [des acteurs dans l’économie, conduisant à financer sans discernement des projets non rentables] de una manera que aumenta el riesgo de crisis sistémica”, lamenta, en el Tiempos financierosIan Harnetcofundador de la firma londinense Absolute Strategy Research, en un artículo titulado “La turbulencia financiera no ha terminado”.

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Todo empezó en marzo, con la quiebra de Silicon Valley Bank (SVB), el banco de las start-ups. Había colocado los depósitos de sus clientes en bonos del gobierno a largo plazo. La subida de tipos de interés hizo bajar su valor, y el banco tuvo que liquidar a toda prisa su cartera de bonos cuando sus clientes empezaron a retirar sus depósitos. Además del pánico bancario, hubo dos causas duraderas para este fenómeno: la necesidad de dinero para las start-ups, mientras se cierra la ventana del capital riesgo, y el aumento de la remuneración de los depósitos.

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En Estados Unidos, con la subida del coste del dinero a corto plazo, los ahorradores están vaciando sus cuentas corrientes para buscar cuentas que a veces ganan más del 4% o para comprar productos monetarios. Las retiradas alcanzaron los 360.000 millones de dólares (unos 330.000 millones de euros) en marzo, lo que plantea un problema de liquidez a los bancos (ya no tienen depósitos) y de coste del recurso (deben remunerar las cuentas). Esta cifra puede parecer pequeña en comparación con los depósitos totales (17,3 billones), pero está dirigida a los bancos pequeños: tras el colapso del SVB, los estadounidenses movieron más de 110.000 millones de dólares de los bancos pequeños en las 25 instituciones más grandes, consideradas las más seguras. , e invirtió, durante el último mes, 350 mil millones de dólares en productos monetarios remunerados, según el Investment Company Institute citado por el Tiempos financieros.

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