miEmmanuel Macron madruga el martes 21 de febrero. Alrededor de las 5:30 am, se puso la bata blanca para deambular entre los cadáveres de carne y las cajas de verduras en el mercado mayorista de Rungis. Una forma de homenaje a la Francia que madruga y no teme trabajar duro. “Tenemos que trabajar más”, se lanzó a los valerosos tenderos ya los matutinos que lo acompañaban.

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Al otro lado del Canal, curiosamente tomamos la ruta contraria. La idea de la semana de cuatro días se está convirtiendo en el tema candente. ¿Qué tal comenzar el fin de semana el jueves por la noche por el mismo salario? Se trata del experimento a gran escala llevado a cabo por la muy seria Universidad de Oxford a instancias de la asociación neozelandesa 4 Day Week Global, que hace campaña por la multiplicación de experimentos de este tipo en el mundo. El realizado en el Reino Unido es el más grande hasta la fecha. Involucró a 61 empresas durante seis meses seguidas por investigadores de Oxford y Boston College.

Los resultados, publicados el martes 21 de febrero, son alentadores: el 92% de estas empresas de prueba, pymes de finanzas, telecomunicaciones, salud, informática o restauración, decidieron continuar con el experimento, y dieciocho entre ellas, sin esperar, han aplicado de forma permanente esta nueva modo de organización. Las ventajas destacadas son una mayor fidelización de los empleados, con un 57 % menos de salidas, una reducción de dos tercios de las bajas por enfermedad y el estrés. Y bienestar general.

Mejor lealtad de los empleados

Todo ello por unas facturaciones que no han descendido, e incluso aumentado ligeramente. Porque la condición del éxito era el mantenimiento de la misma productividad. No hay duda de que la empresa paga la factura por una reducción de su rentabilidad. ¿Por qué milagro? Los actores citan la reducción de reuniones, la motivación de los empleados para no perder el tiempo y encontrar soluciones que les permitan trabajar de manera más eficiente.

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La reducción del tiempo de trabajo es una lucha centenaria iniciada a principios del siglo XXmi siglo: 48 horas en 1919, luego 40 horas en la década de 1930, luego 35 horas a principios de 2000 en Francia, y ahora el Reino Unido está probando 32 horas. La experiencia, sobre todo francesa, empuja igualmente a moderar un poco el actual entusiasmo anglosajón. Mantener, o incluso mejorar, la productividad laboral trabajando menos es un indicador que lucha por mantenerse con el tiempo y, a menudo, se paga con una mayor presión sobre los empleados.

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