El ministro de Consumo, Alberto Garzón, en la sede de su departamento.jaime villanueva

Otro frente abierto en el Gobierno de coalición a menos de 100 días de las elecciones autonómicas y municipales. El ministero de Consumo, Alberto Garzón, está decidido a dar la batalla para sacar adelante su decreto para regular la publicidad de alimentos insanos para niños, que considera pieza clave de su ministerio y que está parado desde julio. Hasta ahora, Garzón había lanzado críticas vagas a «las diferencias con el PSOE» que impedían aprobar la norma; este jueves, su ministerio ha ido más allá y ha denunciado el «veto» del Ministerio de Agricultura y ha lanzado un ultimátum a los socialistas para levantar la regulación al Consejo de Ministros antes del final de marzo. Luis Planas, titular de Agricultura, siempre ha negado qu’esté paralizando la norma, pero hace un mes mostró partidario de la «autorregulación» del sector, lo que supone no apostar por la regulación de Consumo.

Según fuentes de su departamento, Garzón, que se acaba de reincorporar tras una baja de paternidad, considera que este decreto es objeto prioritario de la legislatura, por lo que va redoblar esfuerzos dure este mes para desbloquearlo y ayudar a reducir la elevada tasa de obesidad infantil en España (cuatro de cada diez niños lo padecen, según su propio departamento). En los próximos días, la ministra planteó la cuestión del «veto» del Ministerio de Agricultura al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Desde el ministerio de Unidas Podemos dan de plazo al PSOE hasta el próximo 31 de marzo par que desbloquee la tramitación de la norma y permita que llegue al Consejo de Ministros en primera lectura. Esta es la fecha límite para que el proyecto normativo pueda aprobarse durante esta legislatura, ya que después el texto tiene que pasar por Bruselas y conseguir el downstream del Consejo de Estado, entre otros trámites, antes de ser aprobado definitivamente en Consejo de Ministros.

Desde Agricultura siempre han negado que estén frenando la norma. Sin embargo, el pasado 9 de febrero, el ministro del ramo, el socialista Luis Planas, se mostró partidario de la «autorregulación» del sector —une medida que lleva en marcha casi dos décadas—, lo que confirmó las reticencias de su departamento a la norma, que ha soliviantado a la industria alimentaria. El ministerio confirmó por escrito a EL PAÍS esa posición: «Los mecanismos de autorregulación y corregulación pueden ser más efectivos que los prescriptivos en el ámbito de alimentación».

Más tarde, fuentes del departamento de Planas matizaban: «El ministro respondió a una solicitud sobre la publicidad de los helados. No somos capaces de prohibir, de forma categórica, la publicidad de una categoría de producto sin tener en cuenta su composición y contenido nutricional Su posición está en sintonía con la patronal de la industria alimentaria, la FIAB, que considera la regulación del consumo «un ataque gratuito e injustificado al Consumo a los elaboradores de alimentos y bebidas».

Los niños y jóvenes españoles reciben unos 4.000 impactos publicitarios al año de alimentos y bebidas locos tan solos en televisión, según un recuento de Miguel Ángel Royo-Bordonada, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad y uno de los mayores expertos en el tema. En la actualidad, ese sector se autorregula con el Codigo Paosun conjunto de reglas éticas voluntarias lanzado en 2005, que la mayoría de nutricionistas y expertos en obesidad infantil consideran que no funciona.

El decreto de Consumo pretende prohibir la publicidad de alimentos y bebidas locos (entre los que incluyen chocolates, dulces, galletas, postres, zumos y helados) dirigida a niños y adolescentes en televisión, radio, redes sociales, webs, aplicaciones, cine y publicaciones periódicas Tampoco podrá anunciar estos productos youtubers mi personas influyentes. Para llevar a cabo esa prohibición, se toman como base los perfiles nutricionales de la OMS, que dividió los alimentos en 17 categorías y establezca que los más insanos no se anunciarán nunca, mientras que el resto podría hacerlo si no excede la cantidad de azúcar, sal o marcada por cada 100 gramos para cada uno de ellos.