«[…], mi hermano, […], hizo una pequeña parcela, que mezcló con el suelo de Florida, dando como resultado las primeras plántulas de pino caribeño «
En 1963 viajé a mi «alma mater», la Universidad de Florida (Gainesville); El viaje tenía dos finalidades: 1.- Asistir a la celebración de las fiestas relacionadas con la fundación de la universidad; y 2.- Cumplir con el pedido de mi hermano, el agrónomo Gerardo Arias, de traerle una bolsa de tierra infestada en un pinar. Ya que, a esa fecha, las semillas de pino no germinaron en Panamá, y recordó que el eminente científico panameño Dr. Menalco Solís le había dicho que en Panamá la tierra no tenía el microorganismo llamado micorriza. El Dr. Solís ya había descubierto otra variedad de pino en Panamá que no se parecía en nada al pino caribeño.
Cumplí con su pedido, ya que hicimos la devolución en un auto que él había comprado allí, y un profesor de la Facultad de Agronomía tuvo la amabilidad de entregarme una bolsa con 20 libras de tierra y una libra de semilla infectada con la micorriza.
A mi regreso, mi hermano, que trabajaba en la Estación Forestal Concepción, hizo una pequeña parcela, que mezcló con el suelo de Florida, dando como resultado las primeras plántulas de pino caribeño.
Han pasado más de 50 años y quedan residuos de la existencia de dos pinos, uno ya muerto, porque fue alcanzado por un rayo y el otro, alguien tuvo la idea de quitar las tablas de dicho árbol.
El Ministerio de Agricultura se mostró muy complacido con los hallazgos y se dieron instrucciones para desarrollar otra parcela infectada con la micorriza de la parcela original.
En la antigua residencia, Finca Tizingal, que tenía en Volcán, planté más de cuatro pinos y en otra, que tenía en Cerro Azul, hice un pequeño pinar. No sé si los nuevos dueños aún los tienen, pero en Volcán planté más de mil plantones de pino caribe y tecunumanii, que alcanzaron un desarrollo de más de ochenta centímetros; El nuevo propietario en ese momento, que es costarricense, por falta de recursos económicos, cortó pinos, eucaliptos y cualquier otra variedad de arbustos para venderlos para hacer cajas de madera; La ANAM fue advertida sobre este crimen ecológico, pero no tomó ninguna medida.
El general Omar Torrijos, amante de los pinos, al enterarse del éxito de un semillero de pino, encargó la construcción de otro semillero en el país, y se le ocurrió la idea de reforestar la zona donde se ubica La Yeguada, que hoy consta de más de un millón de pinos.
La tierra en esa zona no es muy fértil y estos árboles no han alcanzado el desarrollo de espesamiento que se ha producido en zonas como Volcán.
El Ministerio de Agricultura, muy contento con estos intentos de plantar pino en Panamá, solicitó semillas a Honduras, y el ingeniero Eudoro Jaén, gerente del Chase Manhattan Bank en Trinidad y Tobago, obtuvo semillas en esa zona, las cuales se desarrollaron muy bien.
Muy pocas personas en Panamá están al tanto de esta historia, sería bueno que la Facultad de Agronomía de Panamá explicara la causa de que antes el pino no ocurría en Panamá y ahora sí.
Ingeniero