'La ciudad fragmentada' de Álvaro Uribe Díaz, 1989

Álvaro Uribe Díaz, durante su infancia, vivió en Colombia, Brasil y Guatemala, donde inició sus estudios de Arquitectura. Llegó a Panamá en 1973 y terminó sus estudios en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá. En 1977 ingresó a la Facultad, como profesor asistente en los cursos de Jorge R. Riba, y comenzó a recolectar mapas, fotografías aéreas, otra documentación y realizar entrevistas sobre la ciudad de Panamá y su desarrollo.

Hacia 1977 o 78, se involucró en un proyecto internacional del Consejo Universitario Superior Centroamericano (Csuca), a través de un convenio entre rectores universitarios, y también instituciones de diferentes países. Buscaron comparar, en términos relativos, lo que sucedía en las capitales de la región. La investigación tuvo varias líneas, entre ellas el tema urbano. Como en ese momento hubo un proceso importante en el que gran parte de la población mundial y centroamericana pasó de vivir en ambientes rurales a espacios urbanos. Esto impactó en diferentes aspectos de la vida en Centroamérica, por lo que es un tema importante a abordar. La sede estaba en San José, Costa Rica, y se reunían aproximadamente una vez al año. La información obtenida en cada ciudad estudiada fue muy desigual y no fue fácil estandarizar los datos para la comparación. Para los investigadores que también eran profesores, el trabajo también sirvió para alimentar el contenido de sus cursos.

Mario Lungo, reconocido urbanista e investigador, fue un formidable aliado para la investigación y se ocupó de ubicar, en los diferentes países, investigadores que trabajaban en el tema. Para Álvaro, haber estado a cargo de la asignatura en Panamá fue lo que dio foco a los esfuerzos que venía realizando, recolectando intuitivamente material diferente. A través de Lungo, comenzó a analizar la base económica en relación con el crecimiento y la forma de la ciudad; y su influencia en la transformación de la sociedad.

También lo ayudó colaborar con Leonel Méndez Dávila, arquitecto que, en ese momento, era profesor de la Facultad de Economía y consultor de Naciones Unidas, entre los dos desarrollaron un estudio sobre la renta de suelo urbano. , con una metodología que normalmente se había aplicado a terrenos rurales.

Uribe había comenzado a realizar vuelos en helicóptero desde 1982, para ver y fotografiar las zonas donde había proyectos de urbanización o autoconstrucción. Quería saber cómo crecía la ciudad y había hecho varios mapas a mano: «Usé los mapas de 1944, 1960 y 1980, mapas muy simples, vi los patrones de expansión», dice. En 1983 Uribe y Méndez enviaron una presentación gratuita a un congreso sobre suelo urbano en México, donde fue aceptada y publicada. En 1985 se le presentó a Uribe la oportunidad de continuar su investigación, en el marco de una maestría en Planificación Territorial, en la Universidad de París. Debido a que el tema de la renta de la tierra era tan amplio, terminó mirando la influencia de la estructura de los bienes raíces en la forma de la ciudad. Es decir, cómo la forma de las antiguas grandes propiedades agrícolas influyó en el desarrollo urbano. En París logró avanzar aún más y obtener retroalimentación de expertos y profesionales de otros contextos y puntos de vista. Así, se centró el tema de estudio que luego se publicaría.

Se continuó el trabajo con Csuca y Lungo y anualmente se realizaron simposios en las diferentes capitales de Centroamérica, donde se expusieron los avances de las diferentes investigaciones. Como todos los demás investigadores locales eran mujeres, se llamaban ‘hijas de Mario’, nombre que han mantenido en un grupo de contactos hasta ahora.

Entró el año 1989, en medio de una crisis política y económica para el país. Cuatro presidentes diferentes se habían sucedido desde las elecciones cinco años antes. Había embargo económico y ante la ausencia de papel moneda circulante, las instituciones públicas pagaban con cheques fraccionados, para que los funcionarios los cambiaran en diferentes comercios al momento de realizar sus compras.

Un año claramente desastroso. Álvaro trabajaba para el Instituto Nacional de Estudios (IDEN).

Un trabajo

En febrero de ese año, el Centro de Estudios Latinoamericanos Justo Arosemena (CELA) publicó La ciudad fragmentada con una presentación del sociólogo Marco A. Gandásegui y portada de Ricardo Jaime. El libro es un análisis de la forma, estructura y dinámica del desarrollo de nuestra ciudad en términos cuantitativos y cualitativos, con importantes componentes de aportes en forma de mapas y análisis de las fuerzas sociales y económicas que impulsan nuestros procesos de construcción de ciudad. Tiene tres secciones: a) el conjunto urbano central y el área de tránsito; b) la aglomeración original; yc) la ciudad fragmentada.

La ciudad fragmentada incluye diferentes líneas, todas orientadas a analizar la relación entre las condiciones económicas, sociales, históricas, geopolíticas y cómo afectan los procesos de construcción de la ciudad y la forma resultante de la ciudad. Una de las conclusiones que menciona Uribe al hablar es cómo el principal problema de nuestra sociedad es la desigualdad y esta se manifiesta en la informalidad, desarrollos que luego son asimilados al tejido urbano y social, al considerarlos ‘situaciones fácticas’.

Lo más novedoso para el autor del libro fue el mapa ‘Principales granjas urbanas 1914-1944’ que, en sus palabras, muestra cómo el tema de la estructura de la propiedad inmobiliaria, en manos de pocas familias, se asocia a factores políticos y económicos. fuerzas sociales, que habían sido descritas en la literatura, pero sin mostrar evidencia como esa.

Los mapas: ‘Ciudad de Panamá: La expansión restringida’ y ‘El espacio estrangulado’, son de particular importancia. Se destacan por una apariencia original, basada en información que existe desde hace más de 80 años.

El libro explica temas y capítulos cruciales en nuestra historia urbana y muchas dinámicas que quedan. En diferentes obras también me he referido a ‘Los asentamientos originales’; y, lo que es más importante, también a la secuencia de mapas de evolución del área urbana entre 1944, 1960 y 1980, acompañados de cifras de superficie en hectáreas y datos de población para cada año.

Las descripciones de Boca la Caja y la finca Paitilla, así como los patrones de desarrollo formal, impulsados ​​por asentamientos informales, también son aportes importantes del texto.

Este libro es parte de un proyecto de vida y una curiosidad activa por investigar el urbanismo; Es producto de un intelecto políglota y multicultural.

La ciudad fragmentada se inserta en el marco de otros proyectos similares sobre capitales centroamericanas que continúan en diversos grados y que deben trascender. Es un libro que vale la pena reeditar y reimprimir, independientemente de los esfuerzos del autor por actualizarlo.