El coche sale de la ciudad de Perpiñán y se adentra en el matorral. A bordo, doce alumnos de la escuela de ingeniería Sup’EnR ven pasar los aerogeneradores. El vehículo se detiene frente a un edificio de formas ondulantes, revestido de acero inoxidable. Se trata de la planta de tratamiento de residuos con valorización energética de Calce, donde confluyen todos los contenedores amarillos de los Pirineos Orientales.

Durante una visita de casi dos horas, los jóvenes ingenieros aprenderán más sobre el reciclaje del plástico, transformado según sea el caso en material escolar, lonas o incluso ropa. Descubrirán cómo se recupera la energía de la combustión de residuos para dotar de calor a escuelas, hospitales e industrias del territorio. Y se les hará conscientes de la importancia de clasificar antes de que «Museo de los Horrores» – una muestra de objetos arrojados por error al contenedor amarillo, desde pastillas de freno hasta motores de piscinas, pasando por cadáveres de animales y jeringas.

Los alumnos de Régis Olivès, director de Sup’EnR, se muestran receptivos: es para contribuir a un mundo más verde que han apostado por la única escuela de ingeniería íntegramente dedicada a las energías renovables (ENR). “Quería ser un actor ambiental a través de mi trabajo”, testifica Anouk Barrière. Registrado en 4mi año en Sup’EnR, el joven de 21 años quiere trabajar en la construcción sostenible. Su compañero Titouan Janod, también de 21 años, dice que jugaba con vehículos propulsados ​​por energías renovables durante su infancia. Se le impuso la elección de Sup’EnR: “Para mí, la vida no tiene sentido si no trato de salvar el mundo. »

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Desde su lanzamiento en 2016, Sup’EnR, socio del grupo INSA (Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas), recibe 1.000 solicitudes adicionales cada año. “En 2022 recibimos 5.500 solicitudes… para 24 plazas”, explica Régis Olives. La formación recluta después de una licenciatura, una clase preparatoria para las Grandes Ecoles, una licenciatura universitaria en tecnología… o directamente a través de Parcoursup, a través de un curso de posgrado de dos años en INSA Toulouse. Luego, los estudiantes continúan con el ciclo de ingeniería en Sup’EnR, donde siguen lecciones técnicas sobre las distintas energías renovables, pero también cursos de derecho ambiental o economía del mercado energético.

Contratados al final de su etapa

“ENR es también ciencias humanas. Podemos disponer de tecnologías de alto rendimiento, instalación a toda costa donde no sea relevante en términos paisajísticos, ambientales y la sociedad no tiene interés», explica Régis Olives. Miembro desde 1996 de Promes (Procesos, materiales y energía solar), laboratorio de excelencia, evoca un cambio de paradigma en torno a las energías renovables: “Antes, nos menospreciaban un poco, nos pedían un comentario sobre ir a hacer electricidad por la noche. Hoy en día, las empresas han recurrido históricamente a la inversión fósil o nuclear en energías renovables. Total incluso ha financiado una formación en Toulouse dedicada a la transición energética que, además, no deja de obstaculizar a un cierto número de estudiantes. »

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