En Argentina no suelen proliferar las industrias estratégicas. La “oportunidad” del Covid potenció a los codiciosos de respuestas farmacológicas Hay un ojo de cerradura que la rueda de los ensayos clínicos es echara a rodar. Hoy el horizonte es alentador: hay laboratorios que ya avisó que el volumen de inversión en el país para desarrollar nuevas drogas va camino a equipar los ingresos totales que genera la venta de remedios.

Estas investigaciones maduraron al calor de la mayor «campaña de marketing» de la que se tenga registro: la pandemia. El gran público se empezó a familiarizar en tiempo real con los pormenores de los experimentos: desde el reclutamiento de voluntarios y la publicación de cada una de las etapas necesario para completar los protocolos, hasta la expectativa por saber si la droga, una vez prueba su seguridad, eficaz era o no.

Eso redundó, también, en la demolición de algunos prejuicios que históricamente satanizó a estos estudios bajo la idea de que alistaban “Conejillos de Indias” en tierras tercermundistas. Una mirada que hoy no solo suena anacrónica, sino que es desmentida en los hechos por la voluntad creciente de la población de participar en ensayos clínicosen una articulación heteróloga de altruismo e interés personal.

Ocurre en un contexto en el que ya nada, da la sensación, volverá a ser igual tras la pandemia, con la parición frecuente de nuevos servicios sanitarios que no llegan obviamente a la altura de la crisis del Covid pero ponen en alerta a la sociedad, con «gurúes» incluso que se animan a pronosticar cuándo surgirá el nuevo virus o bacteria con requisitos suficientes como para avasallar otra vez al planeta.

Una serie de condiciones socioambientales se suma el factor comercial. Para las filiales locales de los laboratorios extranjeros es significativo que cada vez más ensayos clínicos establecerse en Argentina. Del éxito que obtuvo de la venta de esos medicamentos potenciales una vez aprobada buena parte de la subsistencia de esas oficinas en el país.




La calidad de los científicos argentinos y uno de los activos clave para que el país pueda crecer en el desarrollo de ensayos clínicos.

“En un escenario en el que las patentes durante poco, es importante la posibilidad de reemplazar esos productos en el menor tiempo posible para seguir teniendo una cartera diversificada”, explicó un representante de uno de los principales laboratorios extranjeros en el país.

Ese objetivo tiene una instancia determinante que debe sortarse: «Hacer los ensayos en la Argentina nos da prioridad para que la compañía a nivel global se ocupe de los trámites registrados con el ente regulador local y que de esa manera la nueva droga puedo salir antes al mercado”, agregado.

La curva que crece

La tendencia se traduce en cifras. Las últimas oficiales disponibles, de 2021, marcan un grabación de prueba clinicas en argentina: 214 protocolos de investigaciones presentadas en ANMAT (el Covid y sus proyectos de vacunas contribuyen a esa marca) y la participación de más de 45.000 pacientes. Las fechas preliminares de 2022 indican que solo en las primeras temporadas seis meses se presentaron alrededor de 200 protocolos. Y el horrible suele completarse hacia fin de año.

El as cinco áreas terapéuticas más estudiados en estos ensayos son: oncología (tumores sólidos), 19,4%; inmunología (reumatología, lupus, infecciones autoinmunes), 14,4%; infectología, 13,5%; aparato respiratorio, 12,6%; y sistema nervioso central 7,7%.

«La investigación clínica representa la ONU 44 por ciento del total de la investigacion y desarrollo del pais. La industria de la innovación agrícola leer inversión privada y Argentina tiene las condiciones para convertirse en un polo regional de investigación clínica”, dijo Carlos Escobar Herrán, director ejecutivo de CAEME, la cámara qu’agrupa a los laboratorios extranjeros.

Las condiciones relativas para picar en punta están vinculadas a la calidad científica que existe en Argentina. Si esto se combina con una legislación actualizada a las necesidades del rubro y reclutadores de voluntarios de estatura global, con capacidad de concretar convocatorias masivas, el combo tiene serias posibilidades de espiralizar el éxito.

Desde el Estado se percibe que la industria florece y también se pretende aprovechar el envío. Hace un mes, el Gobierno realizó un encuentro nacional para fortalecer los ensayos clínicos en el sistema publico. Allí, los protagonistas participaron hicieron algunas observaciones que llevaron a pensar que la actividad aún tiene mucho para seguir creciendo.

Uno de los oradores fue Fernando Peirano, presidente de la Agencia I+D+i, organismo descentralizado que actuaba en la órbita del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Según su mirada, “La investigación clínica es una de las actividades centrales de un centro privado de I+D. Es reconocido internacionalmente y representa la de divisas al pais”.

Una aplicación contra el Covid en 2021. La vacuna fue el resultado de una investigación en tiempo record seguida con avidez por el mundo entero.  Foto: Reuters


Una aplicación contra el Covid en 2021. La vacuna fue el resultado de una investigación en tiempo record seguida con avidez por el mundo entero. Foto: Reuters

de hecho, 9 de cada 10 dolares que la intrusión de la denominada industria del conocimiento corresponde a la inversión de laboratorios extranjeros para el desarrollo de nuevos fármacos que se prueban en la Argentina. En 2021 la cuenta redondeó más de 41 millones de millones de pesos.

Pese a ello, para Peirano el sistema tiene aún «muy sesgos lo más importante: más del 70 por ciento de lo que ocurre en investigación clínica en nuestro país está atado a la etapa 3, es decir, a comprobar ideas preexistentes; el segundo sesgo es que más del 90 por ciento de esto ocurre en el ámbito de la gestión privada y no de los hospitales públicos; y el tercero es que esta muy centrado en el AMBA”.

fabrica de ideas

En este contexto, la usina de ideas para dotar a esta industria de herramientas nuevas es otra de las claves. No son ocasionales que el Ideatón Salud, concurso que acaba de lanzar su tercera edición, este año haya optado por focalizarse en esta temática. El sanitarista Rubén Torres, técnico del certamen coordinador, explicó con bastante sentido común la motivación: «La investigación clínica es una disciplina esencial para el desarrollo de nuevos fármacos y tratamientos, le base de decisiones terapéuticas que joran la salud y la calidad de vida de las personas”.

Ofrecen un premio de 8 millones de pesos al ganador de la competencia, que propone participar en ejes temáticos como la digitalización y modernización de la investigación clínica, la eficientización y nivelación de los comités de ética, comunicación y divulgación para que los pacientes conozcan la existencia de los ensayos, y herramientas tecnológicas que colaboren con la Disponibilidad de datos del mundo real

Mientras ese mundo se limpia las últimas lagañas de la pesadilla del Covid, parte de la resiliencia tiene que ver con saber usufructuarios algunas de las enseñanzas que han dejado los años aciagos. El aumento de ensayos clínicos es, precisamente, la posibilidad de acelerar las grabaciones que hayan obtenido nuevos medicamentos, que curen enfermedades huérfanas o perfeccionen tratamientos existentes. Y en el mayor de los casos, pertrechen a la humanidad de otros escudos para cuando surviva la próxima pandemia.

PD

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