I‘La inflación ha reaparecido a escala mundial desde el otoño de 2021 y se ha estabilizado en 2023 en torno al 7%. ¿Retrocederá hasta desaparecer, o el coste de la transición ecológica y energética la mantendrá en un nivel alto?

Volver a una tasa de inflación del 0% no sería deseable, porque entonces amenazan la deflación y la regresión; por lo tanto, es mejor apuntar a una tasa del 2% al 3%. O una de las herramientas poderosas para frenar la inflación es aumentar los tipos de interés, es decir, el precio del dinero prestado, para frenar el recurso al crédito de las empresas, los hogares y los Estados. Como la economía toma prestado como último recurso de los bancos centrales, son las tasas de interés de los directores de estos bancos las que deben apuntar a la tasa de inflación preferible.
Este objetivo es del 2% en Europa y Estados Unidos, y del 3% en India y China, las economías que son más viables en crecimiento.

La relación entre inflación y crecimiento, entendida como la combinación entre la mejora de la productividad de la mano de obra, el aumento del capital y el impulso de la innovación, es similar a la relación entre la velocidad y el riesgo de accidente para el conductor de un vehículo: a baja velocidad, el conductor corre el riesgo de adormecerse; a velocidad sostenida, está más atento; a gran velocidad, corre grandes riesgos.

Las tres causas del desencadenamiento

Poca inflación tiende a frenar el crecimiento porque, si los precios o los salarios no aumentan, las empresas tienen pocos incentivos para innovar y los empleados para trabajar. Con una inflación de entre el 2% y el 5%, se animan a mantener una actividad sostenida, un factor de crecimiento estable. Pero, más allá del 10% al 20%, se desestabiliza la paz social y por ende el crecimiento. Conclusión: una buena inflación no es la ausencia de inflación, sino su mantenimiento alrededor del 2% al 4%.

Pero, ¿desaparecerá “naturalmente” la inflación? De hecho, dura tanto como las causas que la desencadenan. Estas causas se pueden clasificar en tres categorías. El primero, definido por el economista británico John Maynard Keynes (1883-1946) en la década de 1930, vincula la inflación a la diferencia entre oferta y demanda, cuando los productos se agotan o sus precios se disparan, como en tiempos de guerra o escasez económica.

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El segundo, actualizado por el economista estadounidense Irving Fisher (1867-1947) entre 1910 y 1920, enfatiza la abundancia de dinero, que permite a los consumidores seguir comprando incluso cuando los precios suben. El tercero, iniciado por el economista estadounidense Milton Friedman (1912-2006) en la década de 1950, insiste en las expectativas de los agentes económicos: cuando los precios suben, los agentes anticipan que seguirán subiendo durante mucho tiempo y adaptan su comportamiento en consecuencia (precios, salarios, inversiones).

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