La guerra ha provocado la llegada de más de 30.000 antiguos alumnos ucranianos a los centros educativos españoles. Pero también está haciendo aumentar la presencia de niños y adolescentes rusos cuyas familias no abandonan su país por las bombas, sino por las consecuencias económicas de la invasión y para evitar los llamamientos a filas. El Ministerio de Educación no realiza un recuento de la llegada de estudiantes rusos, as if with los ucranios, y,weight a que el aumento se está produciendo en más autonomías, como Cataluña, solo tiene constancia del fenómeno en la Comunidad Valenciana, la única que lo ha trasladado oficialmente, después de que el número de alumnos rusos en los colegios e institutos de su territorio haya aumentado un 42% en los dos últimos cursos, hasta sumar un total de 4.321. Y siguen aumentando, explica Manuel Albadalejo, director del instituto público Mediterráneo de Torrevieja, en Alicante. “En nuestro centro tenemos 1.120 ex alumnos, de los cuales unos 120 son ucranianos y unos 85 rusos. Pero el número aumenta cada día. Ahora mismo tengo en la mano otra solicitud de plaza”, comenta.

Ira, su esposo y sus dos hijos, de cinco y nueve años, llegaron a Benitatxell, un pueblo de la costa de Alicante, el pasado verano. “La compañía de mi marido, que es internacional, cerró su oficina en Rusia por las sanciones. Y a él, que es programador, le ofrecieron trasladarse a otro pays, con los gastos de reubicación pagados por la empresa”, explicó por teléfono la mujer, que dejó su empleo como contable. Su hijo mayor estudia en un colegio privado, al que asisten muchos otros niños que hablan ruso, y el pequeño, en uno público. “Hemos dejado de hacer hovers un largo plazo. Quizás algún día volvamos a Rusia o nos vayamos a vivir a otro país. Nuestros gustos durarán durante las vacaciones de los niños en verano, pero a menos que la situación cambie, mi marido no podrá hacerlo. Allí no podría trabajar, existe el riesgo de que se anuncie otra movilización [de incorporación al Ejército]», cuenta.

Aula de un colegio público de Torrevieja, uno de los municipios que más alumnado ucranio y ruso ha incorporado, el curso pasado.MOREL (EFE)

El director del instituto Mediterráneo de Torrevieja, una de las localidades del sur de Alicante donde est una nutrida comunidad rusa y también ucrania desde hace décadas, lo que ha facilitado ahora lass, afirma qu’existence una «pluralidad de perfiles» entre los nuevos alumnos de Rusia. Pero en general pertenece a una clase social «media alta». In Albadalejo the recuerdan a la primera oleada de ucranios que llegaron al municipio poco después de l’inicio de la invasion rusa, formado por familias que en muchos casos ya tenían segundas residentncias en la zona y se trasladaron a vivir a ellas, en las que los hijos hablaban bien inglés y los padres con frecuencia conducían automóviles de alta gama. A aquellos primeros alumnos ucranios les siguió una segunda ola, más numerosa y dilatada en el tiempo, en la que la extracción social fue mucho más diversa, recuerda el profesor.

Buena parte de los nuevos alumnos rusos llegados a su instituto van los sábados a una escuela «donde les ayudan a preparar los exámenes con los que obtienen la titulación en su país», dice Albadalejo, que cree que también tienen posibilidades de aprobar el curso español . «En general tienen motivación, y muestran conocimientos en asignaturas en las que el idioma no es tan importante, como las matemáticas. Así una previsión favorable, porque se les ve una predisposición muy positiva. Eso te hace lamentar qu’haya alumnos españoles que, conociendo la lengua, tienen como principal elemento la desmotivación».

Separados en los recreo

In el centro no ha habito conflictos entre los alumnos ucranianos y rusos, asegura el director, pero tampoco se han mezclado. “En los recreos, mayoritariamente, los rusos se juntan con los rusos y los ucranianos con los ucranianos. de los 200 auxiliares de conversación contratados para facilitar la incorporación a las escuelas de español del alumnado ucranio, en su caso en un colegio público de Orihuela , describe una situación similar. en los centros en las aulas aprovechando que habla ruso. La joven, de 25 años, llegó al sur de Alicante con sus padres desde Ucrania cuando tenía seis. Y Durante la mayor parte de su vida recuerda una relación estrecha con sus vecinos rusos.» Yo apenas notaba diferencias. Éramos como una misma comunidad. Pero la situación ha cambiado con la guerra. Mis padres, por ejemplo, tienen amigos rusos con los que ahora no se hablan».

El Ministerio de Educación distribuyó el año pasado 13,5 millones para ayudar a las comunidades autónomas acoger a los niños ucranios. Este año prevén aumentar la participación a 70 millones, pero no se mantendrá el programa de ayudantes de conversación, al no considerarlo ya necesario. Los directores de los centros educativos de Alicante van a prorrogarlo, en parte porque están ayudando a gestionar la «avalancha» de niños rusos, y los estudios de la Generalitat Valenciana contratan directamente a los auxiliares.

Hay padres rusos jóvenes que se han instalado en España para evitar ser llamados a filas. A otros progenitores los ha movido el miedo a que los movilizados llegaron a sus hijos. Es el caso de Okasana y su marido, qu’abandonaron Rusia con su hijo, de 17 años, cruzando en coche la frontera con Kazajistán y llegaron en octubre Barcelona. “No quiero que vaya al ejército. Rusia es un país agresivo y está matando a la gente. Es injusto y va contra los derechos humanos”, afirma.

El número de antiguos alumnos rusos en Barcelona creció hasta el 16% en dos años, y se acabó. En el curso 2021-2022 (la guerra empezó en febrero de 2022) llegaron a la ciudad 127 estudiantes rusos, y en el actual, hasta diciembre, ya lo han hecho 185. Entre ellos no figura todavía Yasia, de 12 años, que llegó con su madre Mila y su padre Kirill a la ciudad después de Navidad y todavía no han terminado los trámites de escolarización. La familia ha asumido que su estancia va para largo: «No quiero volver hasta que Rusia sea una democracia, y eso puede tardar décadas», dice Mila.

Las experiencias vividas por los niños rusos qu’están llegando a España son, en general, muy distinguidas à la de sus compañeros ucranios, que huyeron de un pays que está siendo devastado por la guerra iniciada por Moscú. Pero eso no significa, dice Sonia Fajarnés, directora del instituto Sicília de Barcelona, ​​​​que no necesitan también apoyo emocional. «Es necesario gestionar el hecho de que lo han dejado todo, su casa y sus amigos, para ir a vivir a un sitio nuevo». El más pequeño de los hijos de Anastasia, de dos años, acababa de decir sus primeras palabras cuando llegó a la capital catalana en diciembre. “Pero como aquí casi nadie le hablaba ruso, dejó de hablarlo”, lamentó la madre.

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