La llorona del 25 de agosto de 2021

“Deben tener respeto por sus electores, lo cual es muy deficiente. Su paciencia no es eterna «

Omar Torrijos dijo, palabras más, palabras menos, que «la paciencia del pueblo panameño tiene sus límites», en referencia a la situación de la presencia de Estados Unidos en la Zona del Canal. Hoy en día se hacen comparaciones en el tema de contratos con puertos y empresas mineras. Creo que hay un tema mucho más peligroso que puede afectar la salud social en cualquier momento: el abuso de los corruptos y la redefinición de los límites de esa paciencia.

Hay límites, es que aquí no sabemos cuándo los alcanzaremos. Algunos políticos electos y los que aguardan su turno -diputados, funcionarios de gobierno, empresarios que se benefician del Estado, etc.- han perdido el miedo, la timidez, el respeto y la decencia. Sí, decencia. (RAE: Decente: Honesto, justo, debido (…) que trabaja con dignidad.), Y no defino los demás calificativos solo para ahorrar espacio.

Los actores del sistema político están «desatados» (como decimos en el folclore aquí en Panamá), bailan de alegría definiendo las reglas del juego sin que parezca haber una oposición seria y fuerte por parte de los que no estamos de acuerdo. Se burlan, juegan y tuercen con cuestionamientos, ilegales y peligrosos, desafiando el temperamento del resto del país.

En las últimas semanas ha habido indicios muy concretos sobre la posible presencia del narcotráfico (personeros y dinero) en las estructuras de partidos políticos y entidades gubernamentales. Se han cuestionado las modificaciones a las reformas al Código Electoral en materia de donaciones o aportes a partidos o políticos o candidatos; el aumento del tope de donaciones privadas, etc. Estos dan lugar a cuestionamientos: 1- las intenciones de quienes impulsan estos cambios y, 2- hasta dónde abusarán de su cuota de poder y empujarán los límites, antes de que algo los detenga.

La falta de oposición real y decidida es tan evidente que los diputados nacionales (por ejemplo) que juegan -o se prestan- a rediseñar leyes y reglamentos a su favor (no a favor de las mayorías), los han hundido en una nebulosa de poder y vergüenza que ellos mismos ya no reconozcan. En el último año, cada día más concreto y tenaz, han borrado esos límites a su favor y en favor de quienes los apadrinan.

No están probando los límites ni hasta dónde llegan. Simplemente no los reconocen o ya no existen para ellos. En inglés dicen «empujar el sobre», que significa superar los límites normales o intentar algo visto como radical o arriesgado. Proviene del uso aeronáutico de la envolvente que se refiere a los límites de rendimiento que no se pueden superar con seguridad), en resumen: «probar los límites de una situación».

A esto hemos llegado, no a cerrar filas frente a un adversario externo que quiere aprovecharse del Estado y de los bienes que nos pertenecen a todos. Cuando no respetamos la cuota de poder para el ejercicio de una determinada función y, cuando no entendemos que es temporal, puede suceder -como suele ocurrir- que abusemos de su gestión y como señala el famoso refrán, corrompe absolutamente, particularmente cuando es absoluto. . Casi siempre se puede utilizar para hacer el bien, pero debido a algún impulso raro que tiene que ver con las motivaciones humanas más bajas, la gran mayoría trabaja en detrimento del bienestar de aquellos cuyas influencias afectan directa e indirectamente.

Lo había señalado antes, la historia está llena de capítulos de poder y liderazgo que, después de pasar el escrutinio histórico, apenas mejoran el legado del personaje. El reconocimiento supremo y relativamente objetivo es el que otorga la valoración histórica, muchos años después de una gestión. Mientras tanto, y durante su presencia pública, les conviene entender que lo importante es servir, servir a las personas con dignidad y respeto; especialmente los elegidos por sufragio. Hágalo con humildad y decencia, con pasión y con el único propósito de mejorar la condición humana de toda la sociedad.

La paciencia tiene sus límites. Ojo, los pueblos no son tontos. Sus acciones y sus declaraciones de «trabajar en nombre de los pueblos» no les servirán para siempre. Deben tener respeto por sus electores, lo cual es muy deficiente. Su paciencia no es eterna.

Comunicador social.