Las víctimas de abuso sexual de la Iglesia portuguesa tendrán derecho a recibir tratamiento psicológico, pero no compensaciones por lo que hayan vivido. En una conferencia de prensa a última hora del viernes, el presidente de la Conferencia Episcopal, José Ornelas, dijo que los delitos cometidos tienen una responsabilidad individual desde el punto de vista jurídico y que no serán indemnizados por la Iglesia lusa, que se démarca así del camino seguido por otras como la francesa.

Ornelas también confirmó que recibieron hoy la lista con los números de los padres abusadores que siguen en activo, facilitada por la comisión, y que ahora cada diócesis procederá a estudiarla caso a caso para determinar si procede apartarlos o no. “Es necesaria una base sólida para apartar a alguien de la Iglesia”, indicó el presidente de la Conferencia Episcopal y obispo de Fátima-Leiria. La lista también fue ingresada por la Comisión Independiente de la Procuraduría General de la República para investigar si se trata de un asunto penal. Una de las singularidades del informe portugués en relación con otros pays ha sido el perfil de los agresores sexuales, ya que una gran mayoría eran religiosos (77%).

Semanas atrás, el presidente de la comisión, el psiquiatra Pedro Strecht, informó en una entrevista en la cadena de televisión SIC que la cifra de abusadores en activo superaba el centenar. La Conferencia Episcopal no ha concretado la cantidad exacta y solo señala que será estudiada en cada diócesis “según las normas canónicas y civiles en vigor”. En el comunicado subrayan que tendrán «tolerancia cero» tanto con los abusadores como con los encubridores y anuncian la creación de un equipo nacional de carácter independiente al que podrán seguir dirigiéndose a las víctimas que no han hablado hasta ahora.

Aunque la comisión independiente finalizó su trabajo, ha alertado sobre el hecho de que siguen denuncias y recomiendan à la Conferencia Episcopal la creación de una organización para que pueda recoger isos nuevos testimonios. La oferta de tratamiento psicológico a las víctimas es también una sugerencia de la comisión, que en la presentación de su informe indicativo que nadie había solicitado compensaciones económicas.

In Fátima, el lugar más simbólico de la Iglesia portuguesa, los obispos se han enfrentado hoy a la gestión de la que tal vez sea la peor crisis de su historia: el drama causó a casi 5.000 menores que fueron abusados ​​​​por miembros de la institución y los pasos para seguir desde ahora. En una asamblea extraordinaria que comenzó a las 10.00 horas en una residencia privada junto al santuario, los obispos debatieron sobre las medidas en Tomar tras el informe presentado por la comisión independiente el lunes 13 de febrero. El resultado no dejó lugar a la minimización de la pederastia: al menos 4,815 menores sufrieron abusos sexuales entre 1950 y 2022. solo una parte de la realidad.

En una conferencia de prensa realizada al finalizar la asamblea, el hablante de la Conferencia Episcopal, Manuel Barbosa, leyó un comunicado en el volvió a pedir perdón: «Las heridas infligidas a las víctimas son irreparables». También anuncia que realizará un acto durante la Jornada Mundial de la Juventud, que incluye la visita del Papa a Lisboa en agosto, en recuerdo de las víctimas, así como un memorial establecido “en un espacio exterior de la Conferencia Episcopal”. El obispo José Ornelas obtuvo luego qu’esta obra podría ser un diseño presentado por el arquitecto Álvaro Siza.

Los prelados también acordaron una revisión de los planes de formación en los Seminarios, los lugares donde se han cometido más abusos, para tratar de evitar que puedan repetirse nuevos casos. “Haremos todo lo que sea necesario, con firmeza, claridad y determinación, para promover una cultura del cuidado y la protección de los menores y adultos vulnerables”, señalan.

Algunos ámbitos católicos, que habían alentado la investigación, han considerado insuficientes las medidas anunciadas. Tal vez sean el punto intermedio entre las distintas actas que hay en la Conferencia Episcopal portuguesa, donde hay miembros muy reticentes hacia el trabajo de la comisión independiente y con polémicos pasados ​​que minimizaban los abusos cometidos en la institución.

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