A pesar de las alertas climáticas y de la cada vez más rápida expansión de las energías renovables, los planes de los países productores de combustibles fósiles contemplan todavía seguir aumentando la producción de carbón, petróleo y gas natural en las próximas décadas. Hasta tal punto que, si se hacen realidad esas proyecciones, será imposible cumplir con el Acuerdo de París, que establece como objetivo principal que el calentamiento se quede dentro de los límites menos catastróficos posibles. El pacto establece que, para evitar los efectos más dañinos de esta crisis, el aumento de la temperatura se debe quedar entre los 1,5 y los 2 grados Celsius respecto a los niveles preindustriales (en estos momentos el calentamiento está ya en 1,2 grados).

Pero un estudio presentado este miércoles —en el que han participado más de 80 investigadores de varios institutos internacionales y la agencia medioambiental de la ONU— advierte de que los gobiernos planean producir en 2030 más del doble de la cantidad de combustibles fósiles de lo que sería compatible con limitar el calentamiento a 1,5 grados. En concreto, según el análisis, la producción prevista es alrededor de un 110% mayor de lo requerido para lograr la meta de los 1,5 y más de un 69% para la de los dos grados.

El planeta está en situación de excepcionalidad. Este octubre, por ejemplo, ha sido el octubre más cálido que se ha registrado en los últimos 173 años (las mediciones fiables arrancan en 1850). Y los científicos tienen claro que esto se debe principalmente al cambio climático generado por el ser humano con la quema de los combustibles fósiles. Pero, como si se tratara de la orquesta del Titanic en pleno naufragio, los planes energéticos de los gobiernos pasan por seguir incrementando la producción mundial de carbón hasta 2030; y por hacer lo mismo con la de petróleo y gas hasta 2050.

Esto no solo es incompatible con el Acuerdo de París, advierte el informe presentado este miércoles, sino que también choca de lleno con las previsiones que tienen algunas importantes instituciones, como la Agencia Internacional de la Energía, que estima que la demanda mundial de carbón, petróleo y gas alcanzará su punto máximo en esta década, incluso sin que se endurezcan las políticas climáticas. En este contexto, aumenta el riesgo para los inversores de que muchos de los proyectos de combustibles fósiles se queden varados, advierte el estudio.

El informe sobre la brecha de la producción de los combustibles fósiles está elaborado por el Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI), Climate Analytics, E3G, el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Parte del análisis de los planes que tienen los ministerios de Energía de 20 de los principales países productores de combustibles fósiles. Se trata, por orden alfabético, de Alemania, Arabia Saudí, Australia, Brasil, Canadá, China, Colombia, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos de América, Federación de Rusia, la India, Indonesia, Kazajistán, Kuwait, México, Nigeria, Noruega, Qatar, Reino Unido y Sudáfrica. Juntos acumulan alrededor del 80% de la producción mundial de combustibles fósiles, explica Ploy Achakulwisut, autora principal del estudio e investigadora del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo.

Contradicciones

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Los combustibles fósiles son los principales responsables del cambio climático porque cuando se queman para generar la energía que todavía mueve la economía mundial emiten los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta. Los acuerdos internacionales contra el cambio climático, como el firmado en París en 2015, se centran en arrancar a los países compromisos de recortes de las emisiones. Pero, de momento, no se ataca la raíz del problema: no obligan a compromisos de recortes de la producción de los combustibles fósiles.

Esto lleva a llamativas contradicciones. La mayoría de la veintena de países analizados para este estudio —17 de los 20— se ha comprometido a llegar a las emisiones netas cero a mediados de siglo. Sin embargo, “ninguno se ha comprometido a reducir la producción de carbón, petróleo y gas en línea con la limitación del calentamiento a 1,5 grados”, resalta el informe. Los investigadores advierten también de que la mayoría de las naciones analizadas sigue danto “apoyo financiero a la producción de combustibles fósiles”. “Hay una gran necesidad de que los gobiernos adopten objetivos de reducción a corto y largo plazo en la producción y el uso de combustibles fósiles para complementar otros objetivos de mitigación del cambio climático y reducir los riesgos de los activos varados”, concluye el análisis.

En los últimos años, ha aumentado el clamor entre los activistas por fijar objetivos de reducción de los combustibles fósiles en los acuerdos climáticos. También, y a esto se suman algunos países, ha crecido la presión para que se incluya en esos acuerdos menciones explícitas a que es necesario reducir o eliminar el uso de todos los combustibles fósiles. Esta será una de las batallas de la próxima cumbre del clima, la COP28, que arranca a finales de mes en Dubái. Pero muchos activistas están en alerta ante lo que pueda salir de esta cita. Emiratos Árabes Unidos es uno de los 20 países productores que se analizan en el informe presentado este miércoles. Y el apoyo estatal al sector de los combustibles fósiles es más que evidente en este caso. Adnoc es la empresa estatal que explota los yacimientos de Emiratos Árabes Unidos y, aunque el país tiene compromisos de emisiones netas cero para mediados de este siglo y políticas de expansión de las renovables, los planes para esta década de la compañía pasan por seguir aumentando la producción de petróleo y gas natural.

Refinería de Adnoc en Al Ruwais, en Emiratos Árabes Unidos. Christophe Viseux (Bloomberg)

Esta es la cuarta edición del informe sobre la brecha de los combustibles fósiles. El primero data de 2019 y, según Achakulwisut, la brecha global entre las previsiones de producción de combustibles fósiles y lo que se necesita para cumplir con el Acuerdo de París “se ha mantenido prácticamente sin cambios” en estos cuatro años. Eso a pesar de “las señales alentadoras de una transición hacia la energía limpia”. “La persistencia de la brecha de producción mundial pone en riesgo una transición energética bien gestionada y equitativa”, advierte esta investigadora.

Entre las conclusiones del informe, se apunta a que los países deben “aspirar a una eliminación casi total de la producción y el uso de carbón para 2040″; y a “una reducción combinada de la producción y el uso de petróleo y gas de tres cuartas partes para 2050 con respecto a los niveles de 2020, como mínimo”. Todo ello, si se quiere cumplir con el Acuerdo de París. Los investigadores cierran también así la puerta al uso masivo de las técnicas de captura y almacenamiento de dióxido de carbono, la salida por la que apuesta en muchas ocasiones el sector. Pero el análisis rechaza que sea una vía plausible a gran escala “dados los riesgos y las incertidumbres de la captura y el almacenamiento de carbono”.

El octubre más cálido jamás registrado

Este 2023 va camino de convertirse en el año más cálido jamás registrado. De hecho, así ha ocurrido con este octubre, que ha sido el octubre más cálido en el planeta desde que hay registros fiables (1850), según expone el servicio de cambio climático de Copernicus, dependiente de la Comisión Europea. Además, lo ha sido por mucho. El anterior récord databa de 2019, cuando la temperatura media de octubre fue de 14,9 grados. Este mes se ha superado ese récord por 0,4 grados, hasta alcanzar los 15,3.

Además, Copernicus destaca que en lo que va de año (entre enero y octubre) la temperatura media mundial ha sido la más alta desde que hay registros, 1,43 grados por encima del promedio de la era preindustrial y 0,10 grados superior al periodo equivalente de 2016, el año más cálido registrado hasta ahora y que se espera que sea desbancado por este 2023. 

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