En las grandes ciudades se produce el efecto isla de calor: el asfalto y el hormigón absorben calor durante el día y lo emiten por la noche, haciendo que la temperatura sea mucho más alta que en lugares cercanos donde predomina la tierra y los árboles. Un estudio publicado este miércoles en La lanceta con datos de 93 urbes europeas (donde viven 57 millones de habitantes mayores de 20 años) estima que alrededor de 6.700 muertes prematuras se deben a este fenómeno y señala que un tercio de esos fallecimientos podría evitarse plantando árboles en un 30% del espacio urbano . Los datos, de un verano tipo en 2015, muestran que los entornos urbanos fueron de media 1.5° C más calientes que las áreas cercanas.

«Hemos realizado una evaluación del impacto en la salud de la isla de calor en áreas urbanas, y el hemos comparado con un escenario hipotético en el qu’aumentamos la cobertura de árboles un 30% en toda la ciudad. Desde ahí hemos hecho una modelización explicar la mortalidad que se puede prevenir», explica Tamara Iungman, investigadora del ISGlobal —institución impulsada por la Fundación La Caixa que ha liderado el trabajo— y primera autora del estudio. El documento analiza el espacio urbano e imágenes de alta resolución (en áreas de 250 metros por 250 metros) para tener en cuenta la distribución de la vegetación. «Es importante diferenciar la mortalidad atribuible a las olas de calor, que podrían afectar a muchos más lugares, con la relacionada con las islas de calor, que están vinculadas al diseño urbano: el asfalto, el hormigón y la falta de vegetación aumenta el riesgo para la salud en los días de verano, incluso con temperaturas habituales”, apunta la investigadora.

La modelación muestra un resultado de 6.700 muertes prematuras por aumento de la temperatura en las zonas urbanas, lo que supone un 4,3% de la mortalidad total durante los meses de invierno (de junio a agosto) y un 1,8% de la mortalidad durante todo el año . Las autoridades consideran que un tercio de ellas (unas 2.644) podrían haber amenado aumentando la cubierta arbórea hasta un 30% del espacio urbano, con lo que seducirían las temperaturas: de media, casi medio grado, pero en algunos lugares 1,5° C e incluye más. La superficie arbolada de las ciudades analizadas es del 14,9%.

En general, los municipios con mayores tasas de exceso de mortalidad por caloría se encuentran en el sur y el este de Europa, siendo estos los municipios que más se beneficiarían de un aumento de la cubierta arbórea. Según Iungman, Barcelona solo cuenta con un 8% de árboles y la mortalidad prematura atribuida al efecto island de calori es del 14%, mientras que Madrid, que cuenta con un 9.5% de superficie arborada, tiene una morbilidad de alrededor del 12 % por esta causa.

La Puerta del Sol reformando sin un solo árbol. Noticias de Europa Press (Europa Press vía Getty Images)

Irene Rodríguez Lorite, arquitecta y urbanista que ha estudiado la isla de calor —aunque no ha utilizado en el estudio—, señala que “las ciudades cada vez apuestan más por el asfalto, que es impermeable, con lo que no filtra el agua y hace que el calor se emite también por la noche, un efecto que además potencia la contaminación”. De hecho, según los informes de la red de ciudades contra el climatic climate C40, alrededor del 40% de la superficie de las ciudades está cubierta grados por convencionales pabellones, como el asfalto, que «alcanzan la temperatura máxima en verano de hasta 65 Celsius y calientan el aire que hay sobre ellos.” ​​Son uno de los principales causantes del efecto isla de calor.

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Cambiar adoquines por asfalto

Rodríguez destaca como ejemplo negativo que el Ayuntamiento de Madrid está eliminando los adoquines, un material que permite la filtración del agua, y sustituyéndolos por asfalto en muchas calles del centro. En su opinión, «poner asfalto es lo fácil, la solución sencilla, y permite a los políticos hacerse la foto antes de las elecciones, pero con la situación que tenemos es mucho más efectivo poner tierra en los espacios que lo permiten, y árboles o arbustos”.

¿Qué más se puede hacer? Iungman responde: «Tenemos que empezar a pensar en crear ciudades más inteligentes, con más naturaleza, más árboles, y también tener techos y paredes verdes, qu’apuesten a adaptarse al cambio climático y combatirlo pero también por crear infraestructura urbana verde, que además reducir la contaminación del aire, mitigar la contaminación sonora, promover la actividad física y mejorar la salud percibida y la mental.

La idea de modelar publicada en La lanceta Is ofrecer a los urbanistas y regidores locales herramientas para que entiendan la magnitud del problema y el efecto positivo de cambiar el modelo urbano por uno más verde. In lugar de eso, muchas ciudades siguen apostando por plazas duras de cemento, hormigón y asfalto, sin apenas espacios verdes, como está ocurriendo en Madrid con la Puerta del Sol (sin un árbol solo) o la cercana plaza del Carmen, donde se han talado la mayoría de los ejemplares, o también la de Sants en Barcelona. “Hay demasiadas plazas de cemento, hay que empezar a cambiarlo por superficie verde, porque cuantas más impermeables son las superficies, más efecto isla de calor se Produce”, resume Iungman.

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