“Construyamos políticas públicas, programas y proyectos que respondan a necesidades e intereses diferenciados, para reducir las brechas que enfrentan. […]»
Hoy, 5 de septiembre, es el Día Internacional de las Mujeres Indígenas, fecha propicia para recordar el importante papel que juegan en el buen funcionamiento de nuestros sistemas alimentarios; Como se indica en el Libro Blanco / Wiphala sobre Sistemas Alimentarios de los Pueblos Indígenas (2021), una reflexión conjunta entre la FAO y el Centro Mundial sobre Sistemas Alimentarios de los Pueblos Indígenas, en el marco de la próxima Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas 2021. .
El citado documento refleja el reconocimiento que diversas instancias hacen de las mujeres indígenas como hijas de la Madre Tierra, guardianas de la biodiversidad del planeta y como gestoras del territorio. Así como poseedores de conocimientos singulares vinculados a sus funciones y ocupaciones comunitarias y líderes de actividades económicas, culturales, espirituales y educativas, fundamentales dentro de sus comunidades.
Sabemos que el conocimiento tradicional y el conocimiento de las mujeres indígenas es fundamental para encontrar soluciones basadas en la naturaleza que mitiguen los efectos del cambio climático, reduzcan el hambre y logren el desarrollo sostenible.
Sin embargo, a pesar de estos importantes aportes, son las mujeres rurales, y principalmente las indígenas, las que enfrentan mayores brechas socioeconómicas y una mayor exclusión sistémica y estructural. Tienen menor acceso a la generación de ingresos, trabajo remunerado, reconocimiento del trabajo reproductivo, poca participación en los espacios de toma de decisiones, menor acceso a bienes y tenencia de la tierra y, en algunas ocasiones, mayores niveles de hambre y desnutrición.
Estas condiciones se agravan aún más después de la pandemia, que sin duda ha afectado a toda la población en general en términos de seguridad alimentaria y, por supuesto, también a las mujeres indígenas.
Recordemos que, según el informe de Naciones Unidas «El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo» (SOFI 2021), en comparación con 2019, en 2020 alrededor de 14 millones de personas más se vieron afectadas por el hambre en América Latina y el Caribe. , es decir, el 9,1 por ciento de la población total de la región padece hambre. Por su parte, las mujeres sufrieron inseguridad alimentaria a una tasa un 10% más que los hombres en 2020, frente a una proporción del 6% en 2019.
Esto representa un gran desafío en el camino hacia el cumplimiento de las metas establecidas en la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero es precisamente ante este desafío que las mujeres indígenas tienen mucho que aportar; Y para ello, las instituciones, asociaciones y organizaciones pueden contribuir, ¿cómo?
Promocionemos el importante aporte de las mujeres indígenas a nuestros sistemas agroalimentarios, incorporando a nuestro trabajo una perspectiva interseccional que analice la situación diferenciada que enfrentan las mujeres en su condición, situación y posición como mujeres indígenas, a lo largo de su ciclo de vida.
Construyamos políticas, programas y proyectos públicos que respondan a necesidades e intereses diferenciados, a fin de reducir las brechas que enfrentan para lograr un desarrollo pleno y efectivo; incorporando una perspectiva de igualdad de género y empoderamiento de la mujer.
Invirtamos en acciones que promuevan a las mujeres y jóvenes indígenas para superar las normas y reglas que limitan su empoderamiento, respetando siempre su derecho a la autodeterminación, reconociendo el trabajo reproductivo que desarrollan, garantizando su participación en los espacios de toma de decisiones, facilitando su acceso. . a los bienes y la propiedad, y fortaleciendo su liderazgo y procesos asociativos.
Construyamos propuestas que respondan a sus necesidades e intereses específicos que tengan un enfoque interseccional, que tome en cuenta aspectos culturales, de género e intergeneracionales, para potenciar su importante contribución a la sostenibilidad de los sistemas alimentarios indígenas y al desarrollo socioeconómico de sus familias y sus comunidades.
Finalmente, al diseñar políticas y programas sobre seguridad alimentaria, cambio climático y desarrollo rural para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es fundamental reconocer el valor de sus conocimientos, conocimientos y acciones para contribuir al desarrollo sostenible de las comunidades indígenas y no indígenas. , y asegurar su participación, especialmente en los procesos de consentimiento libre, previo e informado.
La FAO seguirá apoyando el reconocimiento y la promoción del papel de las mujeres indígenas en la transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, que conduzcan a una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin licencia. nadie detrás.
Especialista en Género y Pueblos Indígenas de la FAO para Mesoamérica.