La llorona del 25 de agosto de 2021

Conseguida la independencia de España en 1821, la vida económica de Panamá se reorganiza con la esperanza de un papel protagónico bajo el proyecto anfitónico del Libertador Bolívar.

«Panamá será de ahora en adelante un emporio universal de comercio, como naturalmente lo requiere (sic) su posición única en el centro del globo».

La convicción así expresada es el primer artículo del «Proyecto de Bases» para un establecimiento general del comercio en el istmo formulado a consideración del Congreso Anfictiónico de Panamá (1826) que, por casualidad del destino, nunca fue presentado porque las sesiones habían ya se ha movido. a Tacubaya, México. Sin embargo, en raras ocasiones la historia es generosa y rescató el documento del olvido, siendo publicado por primera vez en 1834, en la segunda edición del diario «El Vijía del Istmo» (sic). Según los expertos, el texto se habría elaborado antes de agosto de 1826; La dinámica actitud individualista del observador británico Dawkins -quien aprovechó la oportunidad para negociar acuerdos comerciales separados con los países participantes- no solo restó mérito a las decisiones del Congreso sobre integración comercial y cese de litigios territoriales, sino que logró retrasar la presentación de los panameños. proyecto hasta el punto de etiquetarlo como extemporáneo.

Conseguida la independencia de España en 1821, la vida económica de Panamá se reorganiza con la esperanza de un papel protagónico bajo el proyecto anfitónico del Libertador Bolívar. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en otras latitudes liberadas del dominio de la Corona, el istmo dicta sus propios dispositivos, ni adaptados ni impuestos sino creados por los panameños para sí mismos. Así, el 31 de diciembre de 1821 se promulgó el Reglamento de Comercio del Istmo de Panamá, que establece -como resultado de una combinación entre el espíritu de libre comercio imperante y un incipiente panamericanismo- un régimen especial para comerciantes y productos. «[…] de los Estados de Perú, México, Chile y Buenos Aires ”(Imprenta Libre de Panamá, 1822; Revista Lotería 127, 1966).

Por otro lado, para proteger la industria local, la norma 1821 “[…] prohíbe la entrada de toda ropa confeccionada, blanca o de color, de cualquier tipo; y botas, zapatos, sillas, sofás, mesas, aparadores y demás trabajos de Carpintería ”(sic). Una medida destacable para su época porque, guiada por los ideales de quienes luego constituirían la sociedad «Los Amantes del País», busca promover y defender el comercio con las naciones latinoamericanas sin descuidar el propio. Esta visión pionera es producto de una mente progresista, progresista y práctica que no se puede atribuir a un solo hombre sino a la clase política convencida de que ha llegado el momento de recuperar el estatus de “metrópoli mercantil”.

«Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió en otras latitudes liberadas del dominio de la Corona, el istmo dicta sus propios dispositivos»

Un ejemplo de esta ‘anticipación histórica’ son las 17 tareas inmediatas – redactadas por el ciudadano A. Arosemena – presentadas al Congreso de Panamá, cuya lista dice “[…] 10.- Que se celebre un tratado comercial especial para el Istmo con el Estado del Perú ”(Gaceta Oficial del Departamento del Istmo, jueves 6 de marzo de 1823, No. 10), es decir, se propone, entre otras acciones, ampliar la red de contactos ístmicos diecinueve meses antes de la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá formulada por José Faustino Sánchez Carrión, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, país que en ese momento estaba gobernado por Bolívar.

La delegación peruana integrada por Manuel Lorenzo de Vidaurre y José María Pando fue la primera en llegar en junio de 1825. Las primeras instrucciones de los representantes las dicta Tomás de Heres y Vidaurre las utiliza para preparar las bases del Congreso en Panamá (Yépez , 1955; De La Reza, 2000). Pando es pronto reemplazado por Manuel Pérez de Tudela desde que es nombrado Ministro de Relaciones Exteriores (Porras, 1930) y serán ellos dos quienes recibirán y dialogarán con los panameños Domingo de Obaldia, funcionario municipal; Pedro de Obarrio, juez de Hacienda; Ramón Vallarino, administrador de aduanas; Mariano Arosemena, Lorenzo Moyano y Mauricio Falmark, comandantes de caballería, infantería y artillería; José María Chiari; Tomás Miró; Carlos de Icaza, médico; José Vicente Jaén, entre otros, recogiendo nociones que permiten que otros delegados pidan aprovechar el Congreso para “[…] hacer o renovar un tratado comercial entre los nuevos estados como aliados y confederados ”(Gual, 1825, citado por De La Reza, 2000).

Así contribuyó Panamá, anticipando lógicamente el futuro inmediato, a fortalecer la unidad de los sentimientos continentales.

Embajador de Perú en Panamá