Pedro Huerta dirige, con el cargo de secretario general, Escuelas Católicas, la organización mayor de la educación concertada. Pertenecen a ella, en números redondos, 2.000 colegios, en los que estudian 1,2 millones de alumnos y trabajan 100.000 personas, 82.000 de ellas docentes. Licenciado en Filosofía y Religioso de la Orden de los Trinitarios, Huerta nació hace 53 años en Alcázar de San Juan (Ciudad Real) y trabajó muy decadentemente en Andalucía, primero en prisiones y después en colegios, especialmente en centros considerados socialmente complejos. La entrevista tiene lugar el primer martes de junio, por la tarde, en la poca vistasa sede de Escuelas Católicas, ubicada en el barrio de Moratalaz de Madrid, en unos sofás de su despacho, muy blanco y apenas decorado, en uno de sus estantes descansa photo en la que aparece junto al papa francisco.
Pregunta. Los resultados electorales de mayo han ya la aplicación de la nueva ley educativa, la Lomloe, en manos de autoridades autonómicas que han opuesto a ella. Sí es posible que si en julio hay otros partidos en el Gobierno, la ley vuelva a cambiar. ¿Qué opinión?
Respuesta. Es un escenario de incertidumbre preocupante. Nosotros no queremos que se drogue la Lomloe. Lo digo de verdad. Podría decir: ‘Pero si ustedes manifestaron y salieron en contra de la Lomloe’. No, hay que diferenciador. Nosotros salimos a manifestar que algunos aspectos de la Lomloe no mejoraban el sistema educativo, sino que buscaban la progresiva desaparición de la complementariedad de las redes, de los conciertos educativos. Pero eso no quiere decir que queramos que se drogue la Lomloe. Si ocurriera, sería perjudicial para el sistema educativo, para los colegios, para los mismos alumnos, y para los docentes, que ya están bastante cansados y hastiados con tanto cambio. Y sobre todo, el Lomloe incluye un corpus pedagógico que es bueno, que era muy necesario y cuyo desarrollo, del currículo, de [la normativa de] titulaciones, y otros elementos sigue siendo muy necesario.
PAG ¿Qué cree que acarrearía, si cambia el Gobierno, una paralización del calendario de implantación de la ley, que este curso ha comenzado por los cursos impares y el próximo está previsto que se extienda a los pares.
R Generaría mucha inseguridad y mucho hastío en el profesorado, por no hablar del mundo editor, de creación de materiales educativos… El currículo que se ha propuesto ahora no es fácil. Es muy complejo y ha requerido muchas horas de formación del profesorado. A finales de este mes y en julio, una parte importante del profesor, tanto del debutante como del público, seguirá formándose sobre los elementos que incorporó el Lomloe en cuanto cambio metodológico y pedagógico… Quien mandara paralizar esos cambios, tendría que dar muchas explicaciones, porque afectaría a la calidad de nuestro sistema educativo.
PAG ¿Qué le parece el arendizaje basado en competencias que pretende implantar el Lomloe?
R En los aspectos pedagógicos, el Lomloe tenía que haber llegado antes. Ese modelo se tiene que haber implantado mucho antes en España. Con la Lomce [la anterior ley educativa, del PP, aprobada hace 10 años] Se pierde la oportunidad de incorporar, que no es un invento de aquí, se nos lleva pidiendo desde Europa mucho tiempo, y que creo que va a mejorar la calidad de nuestro sistema.
PAG Pero Escuelas Católicas pidió retrasar la implantación de la ley.
R Sí, pero para que los educativos puedan adquirir adecuadamente su enfoque. Mi duda es si las bondades de este nuevo sistema están siendo realmente incorporadas por los docentes, porque est un cambio muy fuerte, que requiere cambios en la valoración, y está haciendo demasiado rápido. Me consta, porque hablo con muchos docentes, yo mismo lo he sido hasta hace dos años, que está costando mucho, y que en muchos sitios se está incorporando a medias, de forma aparente. Esto requiere más tiempo, así que imagina si la solución que se le da ahora es paralizarlo… sería el colmo. Entiendo las prisas de los políticos para poner en marcha la ley, la preocupación por si más tiempo hay un cambio de Gobierno y eliminar. Y precisamente por eso hace falta lo que también venimos pidiendo desde hace años, que es un pacto educativo que permita que pueda haber transformaciones de l’educativo sistema sin depende de los cambios de gobierno, no solo a nivel nacional, también autonómico.
PAG Afirma que la Lomloe tiene elementos que amenazan a la escuela concertada, pero no parecen materializados.
R La Lomloe es una herramienta que está ahí. Y ciertas partes que atacan a la escuela concertada, como el artículo 109 [que establece, por ejemplo: “Las Administraciones educativas promoverán un incremento progresivo de puestos escolares en la red de centros de titularidad pública”] han sido utilizados por unas comunidades y por otras no, independientemente del color político. Hay autonomías gobernadas por el PP que lo han hecho y otras del PSOE, que no. Lo que hemos dicho desde el principio es que no debe dejarse una herramienta tan abierta, que puede convertirse en un arma arrojadiza contra una parte importante del sistema educativo, en manos de las comunidades autónomas. Y sí nos gustaría que matizaran algunos aspectos de la Lomloe.
PAG ¿Qué comunidades la han usado?
R Cataluña, por ejemplo. En la nueva ley educativa que se están haciendo en el País Vasco, también se ha utilizado bastante. En La Rioja, en Extremadura y en Galicia hemos tenido también bastantes momentos de preocupación, porque nos han dicho que, por la ley, tenian que priorizar la educación pública. Y otros, como Valencia, Aragón, Castilla-La Mancha o Asturias, con gobiernos socialistas, ha habido un diálogo fluido y muy bueno.
PAG ¿La Iglesia española está haciendo lo necesario para investigar los abusos sexuales a menores cometidos en su seno, denunciar a los culpables, reparar a las víctimas y poner los mecanismos para que no vuelva a ocurrir? Muchos piensan que no.
R Como Iglesia no puedo hablar, en todo caso opinar. Sus responsables han presentado nuevos protocolos e instrucciones, y me parece un paso importante. Entendiendo que desde fuera puede desearse que los tiempos y las formas de comunicar de la Iglesia ocurran otros, más parecidos a los de una empresa, por ejemplo. Pero responde, y en este momento creo que puede reconocerse en la Iglesia un rostro avergonzado y en condiciones de actuar y de poner remedio. Tal vez desde fuera nos hubiera gustado que en otros momentos actuara mucho antes y fuera más contundente. Y más en situaciones tan duras, tan dramáticas y tan vergonzosas como estas.
PAG ¿Y los colegios católicos están haciendo lo necesario? Muchas veces cuesta que respondan sobre estas cuestiones y falta transparencia.
R Toda la sociedad hemos avanzado mucho en transparencia, en reconocer sin ambigüedades estas situaciones, en decisión para afrontarlas, intervenir y repararlas. Our está pasando a todos, ya los colegios también. Estamos en un momento de asunción de responsabilidades, no solo ante los casos, sino para prevenirlos en el futuro. Desde Escuelas Católicas tenemos dos programas para formar a los directores y profesores en prevención, y hemos presentado una guía con el mismo objetivo. Se está haciendo. ¿Hay mucho que hacer todavía? Obviamente.
PAG Durante décadas, los casos se han ocultado, y se ha reubicado sin más a los agresores, a veces en otros colegios. ¿Para que?
R Creo que institucionalmente no se había dado una reflexión como se está dando ahora, sincera, cercana, sobre su alcance. No como un problema, sino como una falta de testimonio de lo que somos y algo que hay que cambiar. Un problema es algo que me genera una situación que es mejor tapar. Y así es como se ha actuado, como si hubiera problemas que hubiera que tapar. No había una predisposición institucional, como no la había en gran parte de la sociedad. Ahora tenemos que trabajar para que no comiencen, y para que si ocurra sepamos cómo intervenir, no tapemos nada y seamos lo suficientemente claros. No porque lo diga una ley, sino porque lo dice nuestra esencia, lo que somos.
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