“Es hora de parar, porque la percepción que se envía al mundo, con estos crímenes, es que Panamá se está volviendo inseguro y un país con miedo. […]”
Si hay algo que tiene Panamá que lo favorece mucho es su seguridad. En comparación con otros países, aquí cualquier turista puede caminar por la carretera sin temor a que lo roben. Hay excepciones, pero el país es seguro y es reconocido por organizaciones internacionales en sus evaluaciones. Sin embargo, en los últimos meses, una serie de asesinatos de tipo sicario ha alarmado a la sociedad. No son hechos aislados; Estos son casos que ocurren a diario y en varias provincias. Si bien estos asesinatos forman parte del crimen organizado, las ejecuciones y cacerías se llevan a cabo en lugares públicos. En la vía pública a plena luz del día, en los centros comerciales, en los restaurantes … Parece que, en este universo paralelo, a este crimen organizado, que trabaja fuera del Gobierno y de las autoridades policiales, la autoridad no le asusta y, por tanto, no la respeta. Y es así, que la propia autoridad califica estos asesinatos como “hechos aislados de luchas entre bandas, que se matan entre sí por el control de territorios”. Y ahí es donde radica el problema. Porque el discurso de los “hechos aislados” lleva décadas circulando y que el crimen organizado ha crecido, se ha fortalecido y ahora tiene el lujo de matar a plena luz del día, en centros comerciales y restaurantes. Es hora de parar, porque la percepción que se envía al mundo, con estos crímenes, es que Panamá se está volviendo inseguro y un país con miedo; y eso es fatal para Panamá. ¡Simple como eso!