“No estamos en una democracia” : esta pequeña frase se está convirtiendo en un lugar común. Artículo 49.3, diálogo social confinado a lo anecdótico, trámites parlamentarios acelerados… Estas son las formas que toma el paso forzoso del gobierno contra el movimiento social, los sindicatos de trabajadores y los cargos electos de la Asamblea Nacional y el Senado. Caracterizan el giro autoritario tomado por la Vmi República. Confirman la constatación de una crisis de las instituciones y la necesidad de cambiar el régimen democrático.

Mientras las manifestaciones históricas se comparan con una multitud de rebeldes, se ha alcanzado un nuevo hito: la renuncia a establecer una democracia viva avanza y gana, tanto por parte de los resignados como de quienes nos gobiernan. Dentro de nuestra cooperativa Frequence Commune y la red Actions Communes (una red que reúne municipios y colectivos participativos en Francia), hemos observado esta falta de democracia durante varios años.

Librados de esa ilusión de que nuestras instituciones republicanas también son democráticas, estamos trabajando para encontrar métodos, hábitos de trabajo entre los funcionarios electos y los vecinos, para darle vida a la poca democracia que nuestras instituciones permiten. Sin embargo, en plena reforma de las pensiones, mientras se utilizan los artículos de nuestra Constitución como munición contra el diálogo social y el Parlamento, creemos que es hora de ir más allá y así lo hemos expresado desde nuestros ayuntamientos.

Para el trabajo ciudadano de orfebrería

Los ciudadanos deben recuperar el poder y dar sentido a la condición de funcionarios electos. Más allá de las divisiones políticas y partidistas, en todos los pueblos y ciudades, ahora corresponde a todos asumir la responsabilidad. Porque si París se besa, centrando la atención de los comentaristas, las movilizaciones más fuertes -en el sentido de que serían las más reveladoras- proceden de los municipios de Poitiers, Vaour, La Montagne o La Crèche, y tantos otros.

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Allí, la ciudadanía se moviliza, en la continuidad del fenómeno inédito de las listas participativas de las últimas elecciones municipales, donde se presentaron 700 colectivos en 2020, reuniendo a más de 12.000 candidatos. Y, sin esperar a la gran noche, los vecinos, los políticos no profesionales, vienen haciendo, desde que recuperaron su ayuntamiento, esa labor de orfebrería ciudadana que consiste en restaurar, calle a calle, casa a casa, el ideal democrático.

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