“El riesgo es ser el mejor postor en términos de regulación y el más bajo en términos de financiamiento. » En su discurso por la reindustrialización, el 11 de mayo, Emmanuel Macron pidió una «pausa reglamentaria sobre las normas medioambientales en Europa. Una crítica apenas velada al proyecto europeo de taxonomía verde destinado a clasificar las actividades económicas según su impacto en el medio ambiente, con el fin de orientar las inversiones hacia actividades “verdes” y financiar la transición ecológica.

El eje del Pacto Verde Europeo, la taxonomía es la piedra angular del sistema de finanzas sostenibles de la Unión Europea (UE). Su objetivo es evaluar nuevos estándares para los bonos verdes: el bonos verdes –, los empréstitos destinados a financiar exclusivamente proyectos favorables al medio ambiente, y «de los que Europa quiere convertirse en el líder mundial»según la Comisión Europea.

Energía, transporte, forestal, construcción… Desde su entrada en vigor el 1oh Enero de 2023, la Taxonomía Verde Europea se centró en 90 sectores empresariales que representan el 93 % de los gases de efecto invernadero emitidos en la UE. Este texto, eminentemente político, dio lugar a varias escaramuzas entre los Estados miembros, en particular cuando el gas y la nuclear se incluyeron entre las energías sostenibles en 2022. Austria y Luxemburgo han emprendido acciones legales para impugnar la legalidad de esta elección ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Para definir una actividad sostenible, la normativa de taxonomía consta de un referente técnico, fijando umbrales de emisión para cada actividad. Las empresas también deben contribuir «virtualmente» a uno de los seis “objetivos de sostenibilidad” definidos por la Unión, sin perjudicar a los otros cinco. Hasta la fecha, los conceptos de “contribución específica” y DNSH («No causar daño significativo» o «no causar daño significativo») se definieron solo para dos de los seis criterios: mitigación y adaptación al cambio climático. Finalmente, las empresas deben respetar las garantías mínimas de los derechos humanos.

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Cada año, las empresas con más de 500 empleados ahora deben presentar una declaración de rendimiento no financiero (DPEF) y especificar la proporción de su facturación, su inversión y los gastos operativos asociados con sus actividades enumeradas en la taxonomía.

Un texto inacabado que deja mucho espacio a la interpretación

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