La llorona del 25 de agosto de 2021

De qué otra manera podemos membretar nuestro trabajo hoy, si este emblemático patrimonio cultural de Tegucigalpa ha sido visitado por millones de hondureños y extranjeros que han subido y bajado de las aeronaves que han utilizado su antigua pista de aterrizaje, que ya tiene cien años de existencia.

Nosotros, que conocimos este sector histórico de la capital hondureña allá por los años cuarenta del siglo pasado, en el que ni ni remotamente pensamos en la existencia de colonias como Loarque, Río Grande, Satélite, 15 de septiembre, Lomas de Toncontín, La Pradera, Santa Bárbara y muchas viviendas más que han ido poblando los alrededores de este santuario, mil veces venerado, admirado y respetado por todos los que hemos disfrutado de sus servicios; Recordamos aquellos tiempos lejanos en los que colindaban las propiedades del acaudalado Santos Soto, el intelectual Paulino Valladares, la familia Godoy Barrientos, el poeta laureado Luis Andrés Zúniga y otras familias afortunadas de la época; Recordamos las cristalinas aguas del río Choluteca, en el que disfrutamos de momentos de relax y relax, junto a la familia Medrano Díaz, encabezada por el distinguido empresario Don Alfredo, su honorable esposa, la señora Paca, sus hijos Héctor Alfredo, Gustavo, Marcos, Mario, Oscar, Olga y Armando, con quienes, por el parentesco que nos unía, gozamos del privilegio de pasar un tiempo en la zona de Loarque, que, como se indicó, era propiedad de la familia Soto, pero que Don Alfredo Con probidad y verdadera profesionalidad, dirigió no solo propiedades rurales, sino también urbanas, como la tienda La Samaritana y una gran cantidad de residencias que siempre ha mantenido esta acomodada familia.

Sin embargo, también hubo momentos de inmensa alegría, cuando logramos llegar a Germania, donde residía Marianita, la hija de Don Chayo, porque había tenido la suerte de que Doña Coca, la viuda de Don Paulino Valladares, la adoptara y de esa manera ella. existió. una afinidad muy peculiar.

Pero, nuestra permanencia constante fue en los Llanos del Potrero, donde don Nazario Godoy, hermano de Don Luis, herederos de esa gran extensión territorial, poseía la mayor parte del terreno y esa era precisamente la casa donde vivíamos; es decir, en el centro de Comayagüela, desde donde viajamos en caballos, carretas de bueyes y en ocasiones a pie, para saborear el maíz cocido, tostado, atole y tamales que produce el maíz, así como la leche y frutas que abundaban en esa zona. .

Independientemente de lo anterior, ese sector era prácticamente virgen, eso sí, lleno de árboles, arbustos y flores de todo tipo, así que, por supuesto, también abundaban los animales propios de ese clima, como conejos, ardillas, guazalos, cusucos, pichetes y incluso garrobos e iguanas, acompañados de Moisés y Mario Arriaga, “El negro” Luis Martínez Zambulá, Alberto Herrera y uno u otro de los compañeros del barrio nos adentramos en lo más espeso de esa selva, cazando estos animales y hasta palomas turcas, castellanas y otras. aves típicas del sector.

Esos son los recuerdos que nos vienen a la memoria, ahora que se habla tanto de Toncontín y Palmerola y que, afortunadamente, la gran mayoría coincidimos en que Toncontín, así como la Catedral Metropolitana, el Puente Mallol, el Parque La Concordia, La Estatua y Monumento de Morazán a Juan Ramón Molina y otras invaluables reliquias que tiene la capital de Honduras, deben ser cuidadas, mantenidas y sostenidas hasta la eternidad, porque Toncontín es una verdadera joya de diamantes, bellamente decorada con oro de Guayape y otros encantos que la naturaleza lo ha dado. a Honduras para embellecer sus principales atractivos; Ese es Toncontín, el primer aeropuerto de Honduras, que nació alrededor de 1920 y por el que han pasado personajes como Charles Lindbergh, Evita Duarte de Perón, Richard M. Nixon, Juan Carlos I de España, Su Santidad Juan Pablo II y parada. . para contar; porque, Toncontín registra momentos históricos. Como cuando la guerra con El Salvador, en 1969, ocupó un primer lugar, ya que de su base salieron los corsarios que defendieron heroicamente la soberanía nacional con Fernando Soto Henríquez a la cabeza, por supuesto, bajo la dirección del ahora general Enrique Soto Cano, disfrutando en la ciudad de La Paz de la honorable condición de jubilación como héroe nacional, por supuesto nuestro gran y buen amigo Walter López Reyes también jugó un papel decisivo durante esa infame guerra.

Sin embargo, hay otro gran hecho que enriquece mucho más el valor de Toncontín y es el que ocurrió en 1998, cuando el igualmente infame Mitch destrozó la República y la mayor parte de la ayuda internacional llegó a las puertas de Toncontín, desde donde se distribuyó. al resto del país; Entonces, tenemos claro que Toncontín, por nada en el mundo debe desaparecer del ámbito económico, político y militar de nuestra amada Honduras.

Es lógico pensar que Palmerola se ha convertido en un verdadero polo de atracción turística, comercial y de otro tipo que sin duda nos traerá mucha moneda extranjera y que aplaudamos su próxima inauguración solemne, que elevará mucho más nuestro perfil, no solo desde Comayagua. , sino de ciudades como La Paz, municipios, aldeas y caseríos de sus alrededores.

Pero Toncontín, reiteramos, debe seguir siendo el pionero, el líder, el original y auténtico primer aeropuerto de Honduras y su vida debe seguir vigente, como lo son las pirámides de Egipto y el Coliseo Romano.

Presidente vitalicio del Consejo Hondureño de Cultura Juan Ramón Molina.