Hubo un tiempo en el que muchas personas se maravillaban del rendimiento eficaz de los atletas africanos en los eventos de atletismo de fondo. Posteriormente, luego de varias investigaciones e informes sobre los orígenes de estos deportistas, entendieron que sus triunfos no fueron accidentales. Los atletas africanos nacieron para correr grandes distancias.
Una gran parte de la población africana es de origen tribal, acostumbrada al trabajo rural, la caza y los viajes largos, la mayoría corriendo. Esa es su esencia.
Es decir, que la primera condición natural para competir en eventos de media y larga distancia, como el de resistencia, es que han ganado de antemano.
Ahora, con esta característica única, llega allí y hace el trabajo, pero rara vez puede ganar.
Aquí es donde entran los entendidos: los técnicos. Ellos son los encargados de pulir el diamante y darle un halo de campeón. No siempre tienes éxito, pero esa es la excepción.
Estoy haciendo toda esta introducción, para tocar un tema sobre el que he escrito anteriormente, y que habla de nuestros hermanos indígenas y sus características aún no explotadas para el deporte.
En nuestra época escolar fuimos testigos de algunas de estas características innatas que tienen los indígenas, junto con esa sagacidad para funcionar. Sin embargo, no era el mejor termómetro para medir sus cualidades, porque la actividad deportiva era escasa y limitada, y aunque los vimos sobresalir en deportes de equipo, su estatura media casi siempre les privó de un mejor rendimiento.
Por actividad limitada, me refiero al hecho de que si los hubiéramos visto en eventos de campo y campo a través, en atletismo, tal vez hubiera sido otra cosa. Pero había poco o nada de eso.
Asimismo, si en las escuelas se hubieran practicado otras disciplinas, como la lucha libre o la halterofilia, por ejemplo, habrían tenido la oportunidad de mostrarse.
Dos cosas antes de continuar. La primera es que, si bien la actividad deportiva escolar de antes no se compara con la de ahora, hoy no se realiza ni lucha libre, halterofilia ni ninguna otra actividad que pretenda sumar un tiempo extra a los educadores.
La otra cosa es que nuestros pueblos indígenas, excepto los gunas, nunca se han inclinado a participar abiertamente en los deportes del día a día del común de los panameños.
Sin embargo, no hay duda de que el talento existe.
Planificación y soporte
Para el ex levantador de pesas y ganador de medallas panamericanas, Narciso Orán, es importante que se cumplan varios aspectos antes de hablar de un trabajo en el sector indígena, porque sin una base legal y económica, no funcionaría.
“Lo primero sería crear un Ministerio de Deportes, para que haya un presupuesto acorde con las necesidades, y luego seguir un plan que permita a los estudiantes entrenarse después de clases”, dijo.
“Estudiantes que pueden ser asistidos con alimentos y vitaminas, y que son preparados por instructores especializados y no por profesores entusiastas, que no están capacitados para realizar capacitaciones”, agregó.
Orán ha trabajado en varias regiones del país, incluidas las indígenas, por lo que conoce de cerca el talento que existe a nivel barrial, pero siente que el trabajo social con ellos es necesario.
“He conocido a jóvenes indígenas que por su físico podían practicar algún deporte, pero les falta motivación, además de que muchos no asisten a la escuela, y eso es parte de los problemas que se encuentran”, dijo.
«En las regiones de Ngäbe Buglé y Guna Yala, por ejemplo, hay jóvenes talentosos, pero es necesario tratarlos para inculcarles disciplina y amor por el deporte», dijo.
Debemos empoderar a los indígenas
Por su parte, el educador físico guna Yoni Ayarza dijo que ha sido testigo de estas grandes habilidades, porque ha trabajado con los grupos que participaron en los Juegos Mundiales de los Pueblos Indígenas.
“En nuestra zona, las Emberá, Buglé y Ngäbe son más fuertes, más robustas, con aptitudes interesantes para los pesos, mientras que las gunas tienen un biotipo más parecido a las asiáticas, delgadas y ágiles”, resaltó.
Ayarza forma parte de un grupo de educadores físicos Guna, que trabajan en Guna Yala, Madugandí, Wargandí y Dagargunyala, liderando clínicas y charlas técnicas sobre diferentes deportes.
“Ahora mismo estamos trabajando en un proyecto para niños de entre 10 y 15 años, buscando potenciar sus cualidades y darlas a conocer en el país”, dijo.
El docente es un creyente en la necesidad de explorar ese potencial que tienen los indígenas en el deporte, que puede destacarse en diferentes disciplinas.
Ayarza advirtió que, si bien las características de las gunas en los distintos territorios son similares, en algunos casos un pueblo puede superar a otro en una habilidad específica, porque la practican mucho más.
Por ejemplo, los de Madugandí y Wargandí son superiores en tiro con arco porque cazan desde muy pequeños, y los de Guna Yala son mejores en natación, ya que tienen mar abierto.
“Los hermanos Madugandí son capaces de llevar cargas pesadas a la espalda, subir y bajar montañas, lo que podría ser beneficioso para los pesos, por ejemplo, por su capacidad, fuerza y altura”, explicó.
«Los de Guna Yala también tenemos esa capacidad de resistencia, porque desde niños caminamos largas distancias, y somos muy buenos nadadores, pero de fondo», apuntó.
Otro deporte que se podría practicar es la gimnasia, ya que se realizan diferentes tipos de acrobacias como parte de los juegos tradicionales, durante sus festividades.
Señaló que el gobierno debe invertir, con implementos y entrenadores, para orientarlos y explotar esa capacidad oculta que tienen para el deporte.
«Estamos bien, pero no tenemos el apoyo del gobierno, porque si lo tuviéramos, quizás podríamos darle muchos triunfos a Panamá», dijo.