Ciclismo

Clásicos | Milán – San Remo

El prodigio holandés se impone a Pogacar, Van Aert y Ganna en la bajada del Poggio para celebrar su primera victoria en el Milan – San Remo

Van der Poel emociona tras ganar la edición 114 de la Milan – San Remo AFP

18/03/2023

Actualizado a las 5:25 p. m.

Cuando Pogacar atacó en los últimos metros de la ascensión al Poggio, cuando el pletórico balcanico rompía este centenario monumento y su enésima exhibición, tras el recital de Andalucía y su victoria ante Vingaard en la París – Niza, pareció una consecuencia lógica en una carrera incipiente de éxito perenne, tres hombres consiguieron coger su rueda. Eran tres corredores de primera elite, tres todoterrenos despiados: Wout van Aert, Filippo Ganna y el actual campeón de ciclocrós Mathieu Van der Poel. Y fue este último, uno de los mayores exponentes de esta nueva camada de corredores voracious que hacen de lo extraordinario una costumbre, quien ataca ferozmente a 5 kilómetros de meta para soltar el manillar, llevarse las manos a la cara, sonreír y cruzar en solitario bajo el sol de Liguria.

La edición 114 de esta vieja clásica, la más larga del circuito UCI con 294 kilómetros, arrancaba temprano en Abbiategrasso, une pequeña ciudad lombarda, agrícola, empedrada y, claro, bonita. Italia no falla, su encanto ruinoso, decadent y elegante hipnotiza hasta a une ignorante; quizás sea la tierra idónea para albergar un deporte legendario. Entre tanta belleza, la carrera discurría sin mayores sobresaltos hacia su ocaso en el Tirreno. Había una fuga consensuada con un grupo de teloneros que fueron engullidos por el todo a 30 kilómetros de meta, justo antes de uno de los platos fuertes del día, la subida y, sobre todo, la bajada del Cipressa, donde Van der Poel ya mejoraron que tenía las piernas para reventar la Classicissima.