La llorona del 25 de agosto de 2021

Estos días de vacaciones y retrospectiva me han ayudado a mantener la calma y observar todo lo que me rodea. Entre esos detalles, he notado a algunos niños que jugaban felices en la playa, ajenos al mundo, a la pandemia, a las preocupaciones.

Estos días de vacaciones y retrospectiva me han ayudado a mantener la calma y observar todo lo que me rodea. Entre esos detalles, he notado a algunos niños que jugaban felices en la playa, ajenos al mundo, a la pandemia, a las preocupaciones. Simplemente disfrutando el momento.

Creo que los adultos siguen siendo niños dentro de nosotros, niños que reprimen ciertos comportamientos e incluso emociones, pero niños al fin y al cabo.

Me gusta pensar que muchos líderes globales como Oprah Winfrey o Jeff Bezos forjaron su propio camino porque se vieron a sí mismos de esa manera. No fueron herederos de una gran fortuna ni siquiera, tienen complicadas historias familiares.

Cuando crees que no tienes nada que perder, sino todo que ganar, estás viviendo la vida con la misma visión de un niño que solo ha ido a jugar a la playa con sus amigos. Lo mismo ocurre con las personas que tanto admiramos por su fuerza y ​​liderazgo, pero ¿qué las hace diferentes?

Siguen esperando para aprender siempre más

Las personas que logran sus metas, así como los niños, mantienen en todo momento la sed de aprender. Son como esponjas que absorben todo lo que pueden, porque saben que lo necesitan para seguir adelante en la vida.

Estar dispuestos a aceptar que no tenemos las respuestas a todo, a ser guiados, a preguntar sin miedo, pero también a practicar el autoaprendizaje, o no; no sobreviviremos al embate del cambio constante.

¡Ellos actúan!

Cuando los pequeños aprenden algo nuevo, siempre quieren ponerlo en práctica una y otra vez. Lo mismo ocurre con las personas decididas: en lugar de detenerse a pensar, simplemente actúan poniendo en práctica lo aprendido, aunque no lo hayan perfeccionado.

No tienen miedo al fracaso

Los niños y todos los que están motivados para perseguir sus sueños, se levantan una y otra vez cuando tropiezan. No te desanimes, porque sabes que permanecer en el suelo no es una alternativa viable.

La invitación es a repensarnos desde esa iniciativa y coraje que tienen los niños para jugar y soñar. Si de adultos repetimos que los niños no suelen tener miedo de correr riesgos, entonces, ¿en qué esperamos inspirarnos?