Solo el 20% de los empleados en todo el mundo dicen que están comprometidos con su trabajo en 2021, según un estudio de Gallup. Una insatisfacción ligada en parte a la dificultad de encontrar sentido a las misiones designadas y que se manifestó a través del fenómeno de resignación masiva observado durante la crisis sanitaria provocada por la Covid-19. Pero este profundo malestar también está ligado a la «escepticismo casi generalizado del mundo del trabajo con respecto a la gestión tal como se practica».

En un ensayo publicado por PUF, La erótica de la administración. Reflexiones filosóficas sobre el fin de la gestión, el filósofo Ghislain Deslandes evoca así «una concepción sin aliento de la gestión, que saca a la luz la discrepancia cada vez más flagrante entre la forma de llevar a cabo la acción colectiva y la forma en que es realmente experimentada por las mujeres y los hombres que participan en ella». Prueba de este rechazo, “una pequeña minoría de empleados dice que algún día se convertirán ellos mismos en gerentes”.

El concepto de gestión está hoy sumido en la niebla, explica el Sr. Deslandes. ¿Cuáles son los resortes de la desmentida que la afectan? ¿Qué nuevos objetivos debe perseguir para iniciar su renovación? Y por fin, «¿Qué puede hacer la filosofía en esta revisión completa de la administración de empresas» ? El autor desarrolla estos ejes de reflexión a través de su último ensayo, donde el pensamiento de Pascal (1623-1662) sirve regularmente de guía al lector.

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Centrándose en describir la práctica gerencial dominante, el autor evoca la «Rey Cifrado». Que “tiende a imponer un modo de gestión normativo e inequívoco, que decide sin ambigüedades quiénes son los ganadores y los perdedores, y que deja poco espacio a la interpretación y la discordia”. El Sr. Deslandes deplora una “predilección por el acceso a la verdad en las organizaciones basadas en cifras”. A «gobernanza por números» O «La medición ha reemplazado al juicio ya que medir en última instancia equivale a juzgar»él resume.

mérito, respeto

O el autor recuerda que gestionar también debe consistir en cenar, en oler, en captar lo incalculable. La gerencia debe “contar con una exigencia ética donde primero el circuito de los afectos”. El autor nos invita así a pensar en la crisis del intercambio, » Nosotros «, por un mejor precio teniendo en cuenta el colectivo y sus interacciones en la gestión de los trabajadores. Al hacerlo, cree que, en el pensamiento gerencial, el » Por qué « (el fin como meta), hasta ahora a la sombra de » comentario «, debe encontrar su lugar. Una forma de tener en cuenta la «búsqueda de sentido» empleados.

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