El mayor estudio realizado sobre la convivencia escolar en Educación Primaria (de 6 a 12 años) confirmó que a los niños les encanta ir al colegio. Consideran que tienen buena relación con sus maestros (generalmente, maestras), y también con sus compañeros, aunque no tanto, y piensan que sus familias están contentas con su escuela. Los docentes valoran sobre todo la relación con sus alumnos, seguida de la que tienen con el resto del profesorado, y valoran de forma positiva, aunque menos, la que maintienen con las familias.

El estudio, encargado por el Ministerio de Educación a la Universidad de Alcalá, dirigido por el catedrático de Didáctica y Organización Escolar Juan Carlos Torrego y presentado este miércoles en la reunión del Observatorio de la Convivencia Escolar, un órgano consultivo en el que están presenta los representantes de la comunidad educativa, está basado en 37,333 encuestas, un 70% de ellas realizaron alumnos de centros públicos, concertados y privados, y el resto a familias, profesorado, directores y orientadores. Un 9.5% de los niños asegura que ha sufrido acoso escolar (y un 9.2%, ciberacoso), un porcentaje que, siendo relevante, es menor que las estimaciones realizadas por otras instituciones, como la Fundación Anar, que han venido ofreciendo porcentajes cercanos en algun caso al 25%. La nueva investigación, titulada Estudio Estatal acoge la Convivencia Escolar en Centros de Educación Primaria, refleja que un 4,5% de los niños admite haber acosado a compañeros (y un 4,6%, haber ciberacosado). Y que un 20% del alumnado considera que hay niños de conocimiento que padecen, en grado medio o alto, una situación de «aislamiento social».

Uno de cada 10 alumnos asegura haber presenciado situaciones de acoso a otros niños. Preguntados sobre cuál fue su reacción, el 30,9% asegura que avisó a un docente, un 20,2% a la familia, y un 14,8% a un compañero. Y en el plano teórico, preguntados el 100% de los estudiantes encuestados sobre cómo reaccionarían en el caso de presenciar una situación de acoso, 43.4% afirma que se lo diría a un profesor, un 64% “que intentaría ayudar aunque no sea su amigo ”, un 37,8% lo ayudaría si fuera su amigo, y un 33% que “hablaría con quien se mete con ese compañero”. Un 2,3% no contesta haría nada, y algo menos del 1% (un 0,98%), que se «reiría».

Los comportamientos negativos para la convivencia que los alumnos consideran más frecuentes en sus escuelas son el que hay niños que “hablan mucho en clase interrumpiendo al profesorado” (un tercio lo considera bastante o muy frecuente), las “molestias de otros compañeros” (el 45%), las peleas (38%), “los insultos y motes” (40%), y el “vandalismo con deterioro de material” (20%).

La valoración global de que los niños hacen de ir al colegio es, sin embargo, muy positiva, en coherencia con lo que han ido publicando otros estudios, que situan la crisis de la vocación escolar más tarde, al dar el paso a la Educación Secundaria. Antes de la confirmación de «En este colegio me siento a gusto», siendo 0 nada y 10 totalmente, la calificación mediática que ponen los chavales es de 9,24. “Mi familia está contenta con este colegio”, 9.39. “Mi familia se interesa por mis trabajos en el colegio”, 9.43. “Mi relación con el profesorado es buena”, 9,11. El profesorado nos trata de manera justa”, 9,12. “El profesorado me escucha cuando tengo algo que decirle”, 9,2.

Los niños también ponen buena nota, aunque no tan alta, a la relación que tienen entre sí. “Mi relación con los compañeros y compañeras es buena”, 8.83. “Caigo bien a otros compañeros”, 8.44. “Siento que todos mis compañeros me tratan bien”, 8.43. «Hago amistades fácilmente»; 8.26. “Los alumnos y alumnas nos ayudamos entre nosotros, aunque no seamos amigos”, 7.97. El estudio menciona otra gran investigación sobre la convivencia escolar, encargado en 2010 por el Ministerio de Educación y centrado en la estapa de la Educación Obligatoria Secundaria (ESO), en la que el alumnado dio funciones más bajas a las relaciones con sus profesores ( se sintieron satisfechos con ellas el 72,4%) y con sus compañeros (68%).

El informe elaborado por el Equipo de Investigación Educativa (Imeca) de la Universidad de Alcalá permite observar la calidad de la convivencia entre los alumnos a través de los ojos de otros miembros de la comunidad educativa. Y el resultado varía según la responsabilidad que ocupa. Los más optimistas son los miembros de los equipos directivos, que califican las “relaciones entre el alumnado” con un 8.29. El profesorado, con un 7.88, y los miembros de los servicios de orientación (que por su función suelen implicarse en los conflictos más graves) con un 7.8.

Lo mismo sucede con la «visión global de la convivencia» en la escuela, que los directores consideran muy buena, 8.59, y los profesores y orientadores un poco menos (8.19). «El nivel general de satisfacción con la convivencia escolar», afirman los autores del informe, «es importante porque incide directamente en la calidad educativa, mejora el rendimiento académico, el bienestar y la autoestima de los estudiantes, y previniendo diferentes expresiones de violencia como el acoso escolar.” En el informe sobre l’ESO publicado en 2010 y dirigido por la catedrática María José Aguado, el porcentaje del profesorado que consideró buena “la convivencia global en los centros” quedó en el 72%.

opinión de los médicos

El profesor valua bien sobre allo la relación que tienen con los alumnos 8.62, seguida de la que tienen con el resto de docentes, 8.78. Y un escalan por debajo, la que tienen con las familias, 7.82. El colectivo valora peor los “recursos para la gestión de la convivencia de que disponen”, con un 7,92; la “documentación institucional para mejor de la convivencia” (es decir, el papeleo que tienen que rellenar al respecto), con un 7,79; the “herramientas de tección de conflictos” a su alcance, con 6.08, y los “aspectos curriculares metodológicos” (en el sentido de cómo la forma de dar clase y de evaluar facilitan un buen clima en el aula), con un 6 .96 .

No hay indicios en el informe de que el professore de Primaria presenta un problema del llamado síndrome del trabajador quemado (agotamiento), que se asocia al desgaste emocional provocado por el desempeño del empleo. Siendo el 0 se sintió completamente quemado y el 10 nada quemado, los docentes se ubican en un 8.74, los orientadores, en un 8.58, y los miembros de equipos directivos, en un 8.91.

Las familias de los alumnos, cuyos miembros representan un 19% del total de encuestados en el estudio, es decir, 7.093 personas (el profesorado representa el 8%, casi 3.000, los miembros de equipos directivos, el 2%, y los orientadores , el 1%), también considera muy positivo el nivel de convivencia escolar. Tenga en cuenta que la puerta del aire acondicionado del centro donde están escolarizados sus hijos es del 8.3. Y curiosamente, ven positiva sobre allo la relación entre las propias familias y los docentes (8.8), por encima de la que atribuyen a la que maintenance el profesorado y los alumnos (8.27), al grado de conocimiento de amigos de sus hijos (8.01 ) o de su sentimiento de pertenencia hacia el centro (8.11). También se muestran satisfechos con las medidas adoptadas para “mejorar la participación de las familias” en la vida de la escuela (8.55).

Advertencia sobre los casos de abuso

Los autores informan que tanto el profesor como la mayoría de los equipos de dirección y los servicios de orientación consideran que el abuso sexual infantil «es una realidad inexistente en sus centros». Es «difícil saber cuál es la frecuencia real del problema», admite en los investigadores, pero recuerdan que Save the Children ha estimado que en Europa entre un 14% y un 28% de los niños y un 4% y un 12% de los niños han sufrido abuso sexual en su infancia, «lo que podría hacernos pensar que es una realidad muy invisibilizada de la que puede que no estemos teniendo constancia». Y que la incidencia más frecuente de violencia sexual se da, en niños, entre los 7 y los 10 años, y entre los niños, entre los 11 y los 12. Es decir, en el periodo de escolarización Primaria. “Hola”, concluye, “nuestro debe llevar a cabo se ha planteado la necesidad de formar al profesorado y profesionales de la educación sobre la detección del abuso sexual infantil”.

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