La crisis moral del complejo médico industrial

Dos casos recientes en España ilustran la grave crisis moral que reina en el complejo médico industrial. En ambos, la ozonoterapia fue clave, una terapia no respaldada oficialmente por la mayoría de las sociedades médicas. En un caso, el paciente escapó de una muerte casi segura. El otro terminó en muerte. En este artículo no pretendo argumentar la eficacia o ineficacia de la ozonoterapia. Este artículo trata sobre la grave crisis moral que se ha apoderado del complejo médico industrial que, en los casos aquí reportados, se manifiesta como una falta de respeto a la autonomía y dignidad de la persona humana para tomar sus propias decisiones médicas.

Juan Francisco Martí ingresó a cuidados intensivos con un cuadro severo de COVID-19 en julio. Los médicos le dieron 9,5 de cada 10 posibilidades de morir, es decir, prácticamente desalojado. Su esposa, la farmacéutica Vanesa Bachero, se puso en contacto con un médico especialista en ozonoterapia, el Dr. Juan Carlos Pérez Olmedo. Vanesa no ha podido conseguir que el Hospital Universitario de La Plana, en Valencia, acceda a la ozonoterapia recomendada por el Dr. Pérez Olmedo. El hospital se opuso no solo a aplicar la terapia recomendada por el Dr. Pérez Olmedo, sino también a permitirle a él y a su equipo realizarla. Vanesa tuvo que acudir a los tribunales, y logró que el juez del caso ordenara al hospital respetar la autonomía del paciente, lo que incluye el derecho a elegir libremente al médico de su confianza.

Pero la situación no se resolvió con la orden judicial. Pese a ello, Vanesa señaló reiteradamente que el hospital puso mil y un obstáculos para evitar efectivamente que el Dr. Pérez Olmedo y su equipo realizaran ozonoterapia en Juan Fran. Incluso hubo comunicaciones de sociedades médicas, condenando al juez, porque según esas sociedades médicas el juez estaba interfiriendo con una decisión médica. De esta forma, se incumple el derecho de todo paciente a elegir libremente al médico de su confianza y a someterse al tratamiento que le recomiende el médico de su confianza. No es una cuestión científica sobre si la terapia es eficaz o no, sino una cuestión ético-filosófica sobre quién tiene derecho a decidir.

Pero gracias a la perseverancia de Vanesa, el doctor Pérez Olmedo y su equipo, y el juez que hizo valer el derecho, a pesar de las rabiosas protestas de los médicos del hospital y las sociedades médicas, Juan Fran recibió tratamiento por ser elegido, de manos de Pérez. El propio Olmedo y enfermeras dedicadas. Juan Fran salió de la unidad de cuidados intensivos la semana pasada y se está recuperando con un buen pronóstico. Sin embargo, a pesar de la franca recuperación de Juan Fran, varias sociedades médicas continuaron expresando su oposición y condena, incluso promoviendo protestas de médicos y trabajadores de la salud en la puerta del hospital, contra lo que, según ellos, es una injerencia de la justicia en un tema estrictamente médico.

Hace unos días hubo otro caso en Barcelona, ​​el de Lluis Planas. En el caso de Lluis, sus familiares también tuvieron que recurrir a los tribunales para ordenar al hospital que permitiera el tratamiento de ozonoterapia deseado por el paciente. Un juez suplente accedió a la solicitud y ordenó al hospital que permitiera el tratamiento. Sin embargo, la Secretaría de Salud apeló la decisión judicial y el juez titular revocó la decisión de su suplente. Como resultado, el hospital impidió que Lluis continuara con la ozonoterapia. Así se celebró en un tuit de la cuenta de la Organización Médica Universitaria de España, con las palabras: «Desde el CGCOM expresamos nuestra satisfacción por el predominio de criterios profesionales y científicos», el pasado viernes 3 de septiembre, cuando se dio a conocer la decisión. . El mismo día el hospital suspendió la ozonoterapia de Lluis. Y horas después, Lluis falleció. Al parecer lo importante no era la vida ni la dignidad humana de Lluis, sino que primaba el «criterio profesional y científico».

No sé si Lluis habría sobrevivido o no, si le hubieran permitido continuar con la ozonoterapia. Lo que sí sé es que se le ha privado de la dignidad del derecho a elegir su médico y a seguir las recomendaciones del médico de su confianza. Similar a la actitud que hemos visto desde hace más de un año en relación a los primeros tratamientos a partir de suplementos vitamínicos, medicamentos genéricos o simplemente remedios caseros «de la abuela». Más tarde, algunos abogan por el uso de la coacción para obligar a las personas a someterse a intervenciones médicas no deseadas. Con lo que manifiestan un profundo desprecio por la dignidad humana, de la que es inseparable la autonomía para tomar sus propias decisiones médicas.

Hay muchos buenos médicos, pero el sistema en sí está capturado. Tanto es así que plantea como virtud la falta de respeto a la autonomía de la persona humana y, por tanto, a su dignidad. Los buenos médicos están llamados a ser los primeros en defender la autonomía de las personas, frente al ataque sistemático del que es objeto. Su silencio solo da más poder a ese sistema capturado.

Abogado