Aline dejó una veintena de litros por metro cuadrado de media. Bernard se quedó en alrededor de 15. Celine apenas mostró cielos cubiertos y Domingos solo se dejó notar por sus fuertes vientos. Las borrascas del nuevo año hidrológico pasan de largo por la comarca malagueña de la Axarquía, donde las reservas hidrológicas están bajo mínimos a causa de una larga sequía y cuyos habitantes solo ven llover en el telediario. Hasta siete municipios de este territorio sufren cortes de agua cada noche desde mitad del pasado verano, sobre todo en la capital comarcal, Vélez-Málaga, donde se extienden ya durante más de 12 horas diarias. Este rincón al este de la provincia de Málaga lleva en situación de “excepcional sequía” desde 2021 y el día a día para sus habitantes y la agricultura es cada vez más dramático. Lo es, poco a poco, también en el resto de la provincia: la Costa del Sol Occidental ya fue declarada el 30 de octubre en situación de “escasez grave y excepcional”. Alrededor de un millón de malagueños sufren ya restricciones, el 60% de la población total (1,76 millones de personas).

Si en octubre llovió cuatro veces más de lo habitual en la España peninsular, en la Axarquía apenas han caído cuatro gotas en las últimas semanas. Por eso, sus algo más de 224.000 residentes siguen clamando al cielo. Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) muestran que las primeras cuatro borrascas de la temporada han dejado cifras que bailan entre la veintena de litros por metro cuadrado que cayeron en Torrox y los 47 de Nerja. Por su ubicación, la estación más representativa de la zona es la de Algarrobo, donde se registraron 28,8 litros y cuyas cifras reflejan que 2023 es uno de los años más secos que se recuerda. “A ver cómo se comportan estos meses entre noviembre y febrero, que climatológicamente suelen ser los más lluviosos del año hidrológico”, afirma con esperanza el portavoz de la Aemet en Málaga, Jesús Riesco, quien destaca que la comarca se encuentra en un periodo de sequía “intensa y bastante duradera”.

Vistas de varias viviendas de la zona afectadas por los cortes de agua en La Viñuela, Málaga.Garcia-Santos (El Pais)

Es la causa de un grave problema con difícil solución a corto plazo: su principal pantano, La Viñuela, está prácticamente muerto. Supera por poco los 12,5 hectómetros cúbicos acumulados, apenas el 7,5% de su capacidad, su mínimo histórico. Nunca estuvo más vacío tras su construcción en el año 1989. El récord se bate cada día ante la falta de lluvia. Y lo peor está por llegar. Se prevé que cuando el nivel baje hasta el 5,5% (y unos 9 hectómetros) no se pueda extraer más agua. “Entonces será prácticamente lodo”, explica Jorge Martín, presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Axarquía, que señala que ya se están realizando unas obras de emergencia para implantar una toma flotante con la que realizar captaciones desde la superficie, con menos sedimentos. Buscan aprovechar hasta la última gota del pantano, cuya imagen es ahora casi fantasmagórica.

Estado del embalse de La Viñuela, en Málaga, por la falta de agua ante las escasas lluvias.
Estado del embalse de La Viñuela, en Málaga, por la falta de agua ante las escasas lluvias.Garcia-Santos (El Pais)

Para evitar que se alcance ese límite en el presente año hidrológico, el agua para consumo humano que sale de La Viñuela se ha reducido al mínimo. Si en noviembre de 2022 vertía 220 litros por segundo a la estación depuradora de El Trapiche —en Vélez-Málaga— ahora solo llegan 50, menos de la cuarta parte. “Es la cantidad imprescindible para que la infraestructura de tratamiento siga funcionando”, insiste Martín. Desde la planta veleña se envía dicho caudal a los cuatro pueblos del valle de Benamargosa —con 8.000 vecinos en total— a través de la empresa pública Axaragua, pero el caudal ya apenas llega a las restantes diez localidades. Estas se nutren ya de recursos propios o, cómo Vélez-Málaga, de los pozos de emergencia del río Chíllar (Nerja) y del suministro procedente de la ciudad de Málaga. En total, eso sí, reciben una cuarta parte menos de agua que hace un año.

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Ante el temor a quedarse sin agua, la Axarquía arrancó fuertes restricciones en julio. Primero con prohibiciones para el baldeo de calles, riego de jardines y llenado de piscinas. Los 14 municipios de la comarca tienen ya restricciones y la mitad cortes de agua, que se actualizan a diario. Sus vecinos ya no miran al cielo —las previsiones pintan soles para los próximos días, como casi siempre— y viven más pendientes de las redes sociales municipales. “Nos informamos ahí cada día de cuándo serán los cortes, para estar preparados”, afirma Ismael Fernández, vecino de El Borge.

En Vélez-Málaga sufren las peores consecuencias: en la última semana siempre han rondado las 12 horas e incluso las han superado. “Hay una imperiosa necesidad de ahorrar agua en casa”, afirmaba la semana pasada el concejal de agua del ayuntamiento veleño, Jesús María Claros. Allí se ha secado su tradicional punto de extracción, el pozo del Molino de las Monjas, y ya exploran la recuperación de viejas infraestructuras abandonadas, aunque muchas están secas o salinizadas ante sus bajos niveles.

Medidas que llegan tarde

La caída de las reservas del embalse de La Viñuela es un viejo temor de organizaciones ecologistas, que ya lo advertían hace más de una década por varias razones. Las piscinas son una causa: en esta comarca superan las 15.000 según los datos del catastro, impulsadas por el turismo residencial. Las deficiencias en las infraestructuras, con localidades que pierden hasta la mitad del caudal por fugas en las tuberías, según la Diputación Provincial, es otra. El auge del turismo de sol y playa —en verano pueblos como Torrox pasan de 20.000 a 80.000 habitantes— es la tercera. “Y también afecta, mucho, la burbuja de los cultivos subtropicales”, dice Rafael Yus, portavoz de Ecologistas en Acción. Aguacates y mangos se extienden ya sobre más de 7.000 hectáreas. Son árboles con necesidades hídricas muy superiores a las de los tradicionales cultivos de secano como olivos, almendros y viñedos.

El uso de pozos ilegales también ha esquilmado los recursos, como puso de relieve una investigación de la Guardia Civil que llegó a apuntar a 180 personas implicadas, aunque se ha ido centrando en los principales responsables, 36 regantes, que acumulaban unas 220 hectáreas regadas sin permiso. “La gestión de este y otros recursos ha sido un desastre”, dice el portavoz de la organización ecologista. ”Las medidas se han puesto muy tarde, es incomprensible”, añade quien cree que también se ha esperado a que pase la temporada turística para intensificar cortes y restricciones. “La agricultura gasta, pero el turismo también consume muchísima agua”, insiste.

Los regantes ahora solo pueden usar sus propios pozos —hay muchos legales— y el agua regenerada que les llega de las depuradoras de Vélez-Málaga, Torrox, Algarrobo y Rincón de la Victoria, que sumarán 22 hectómetros cúbicos antes de final de año (un tercio de las necesidades de la agricultura en esta zona), según los datos de la Junta de Andalucía, que ha realizado inversiones millonarias para conseguirlo. También suspiran por la futura desaladora después del compromiso de su construcción por parte del Ministerio de Transición Ecológica y el pacto con la administración andaluza. Se espera que sume entre 25 y 30 hectómetros anuales, aunque no se sabe aún a partir de qué año.

Mientras, la producción de mangos cayó esta temporada un 80% “por la falta de agua”, apunta Enrique Colilles, director general de Trops. En el mayor productor nacional de alimentos subtropicales también creen que la cosecha de aguacates, que empieza pronto, será “mala o muy mala” en una comarca donde estos frutos son su motor económico.

Restricciones en la Costa del Sol

El comité de sequía de la Junta de Andalucía ha decidido declarar la situación de “escasez grave y excepcional” en la Costa del Sol Occidental, donde residen 600.000 vecinos. En esa área solo se suministrarán 200 litros por persona y, a partir de ahí, cada municipio debe tomar las medidas que crea necesarias para reducir su consumo en un 20% como solicita la administración autonómica. Para evitar cortes municipios como Benalmádena ya imponen restricciones. “La falta de precipitaciones nos obliga a dar más pasos”, ha subrayado el concejal de Medio Ambiente de la localidad, Juan Olea, que ha impulsado la prohibición del riego de jardines, campos de golf, baldeos, lavado de coches o llenado de piscinas. Marbella o Torremolinos ya tomaron medidas similares en verano. Todo ello en una región, Andalucía, donde las reservas hídricas de la mayoría de sus cuencas están por debajo del 21,5% de la capacidad total y unos dos millones de personas sufren algún tipo de restricción, es decir, uno de cada cuatro andaluces.

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