Las estadísticas indican que 1 de cada 4 mujeres embarazadas durante el primer año de la pandemia era niña o adolescente
En Panamá, 27 niñas y adolescentes quedan embarazadas todos los días. Durante el encierro, el problema de salud pública se agravó. Solo en el primer semestre del año pasado, cuando se establecieron estrictas medidas de cuarentena, cuando se suponía que las menores estaban bajo el cuidado y protección de tutores, hubo 4.970 embarazos.
Según estadísticas del Ministerio de Salud (Minsa), el año pasado se reportaron 36.053 embarazos, es decir, 1.844 más que en 2019. Y 9.724 fueron de niñas y adolescentes de 10 a 19 años. Esta última cifra representó un aumento de 696 casos más de adolescentes embarazadas con respecto a 2019.
“Pero, es aún más preocupante que en ese período el país estuvo en confinamiento, es decir, que los menores estuvieron al cuidado de sus padres y tutores”, explicó Johana Garay, filósofa y profesora universitaria, quien realizó el estudio. La pandemia del covid-19: La realidad de las mujeres, con una beca de la Red Conose que forma parte de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
La investigadora concluye que las estadísticas de encierro muestran que los embarazos de adolescentes no necesariamente ocurren fuera del círculo familiar, lo que es realmente preocupante.
“Una educación sexual integral y responsable podría garantizar en el largo plazo que este tipo de situación disminuya porque las niñas y adolescentes pueden entender cuándo es un tema de abuso o violación”, agregó Garay.
Las provincias con mayor número de embarazos adolescentes son Panamá con 903 casos; seguida de la región Ngäbe Buglé con 805 y, más tarde, Panamá Oeste con 439. Con 296 casos está Bocas del Toro. Mientras que Chiriquí reportó 272, Coclé 260, Veraguas 220 y Colón 143 adolescentes embarazadas.
Las provincias que reportan números de embarazos por debajo de 100 casos son Herrera con 79 y Darién con 67. La que tiene la tasa más baja de embarazo adolescente es Los Santos con 34 embarazos adolescentes.
Las tres provincias con mayor número de embarazos también tienen una alta tasa de problemas sociales. “Donde ocurre el mayor número de embarazos de niñas y adolescentes, existen enormes disparidades sociales. La educación, el acceso a los recursos y la información hacen que estos casos aumenten ”, dijo Garay.
En la mayoría de los casos, la maternidad adolescente tiene consecuencias negativas e irreversibles. El proyecto de vida del adolescente cambia. La dependencia económica aumenta, las oportunidades educativas y laborales se complican y, finalmente, el embarazo en niñas o adolescentes contribuye a perpetuar los ciclos generacionales de pobreza y precariedad de la salud.
“Son niñas que están criando niños. No están ni psicológica ni psicológicamente formadas… (El número de embarazos en niñas y adolescentes) es uno de los elementos que tiene como consecuencia que estas provincias tengan la mayor tasa de deserción y más jóvenes inmersos en las drogas ”, prosiguió el filósofo.
La gran mayoría de las niñas y adolescentes embarazadas viven en la pobreza y tienen un acceso limitado a los servicios sociales básicos. Aunque, los casos pueden darse en todos los estratos sociales.
«Es más evidente en las clases sociales empobrecidas del país porque el Estado no les garantiza las herramientas necesarias para poder enfrentar y mitigar la realidad», concluyó Garay.
COVID-19
La revisión técnica “Embarazo adolescente en América Latina y el Caribe”, de la Organización Mundial de la Salud (Organización Mundial de la Salud), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas, establece que la pandemia de covid-19 impactó la salud servicios de la población adolescente.
El personal de salud estaba ocupado respondiendo al virus. Además, las restricciones de movilidad impedían acudir a los centros de salud, e incluso el miedo al contagio. Como resultado de las interrupciones de los programas de prevención, además del impacto en la situación económica de los hogares, se pudieron registrar 13 millones de matrimonios infantiles, reveló el documento.
Educación, el arma
Un anteproyecto de ley presentado por el congresista Gabriel Silva propuso reducir con educación los embarazos adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual y el abuso de menores. Pero, por el momento, se desconoce el estado del borrador.
En los últimos años se han presentado algunos proyectos para incluir la educación sexual en las escuelas de Panamá, pero han generado debate y se han enfrentado a una gran oposición de grupos religiosos que se autodenominan «profamilia», lo que ha impedido su aprobación.