El dengue ha ganado terreno este verano en Europa. Esta enfermedad tropical, causada por un virus y transmitida por mosquitos del genero Aedes, ha provocado en los últimos meses una quincena de brotes en Italia, Francia y España, con 116 casos autóctonos notificados, el mayor registro en tiempos modernos. Tres de ellos lo han sido en el área metropolitana de París, el episodio más al norte de transmisión local del patógeno registrado hasta ahora, mientras los servicios de salud pública de Roma intentan poner fin desde principios de septiembre a un brote que ha afectado a 32 personas. Malgrat de Mar (Barcelona), con dos casos, ha sido la última localidad española en la que ha irrumpido el virus.

Tomás Montalvo (Barcelona, 51 años) sigue atentamente la evolución de esta y otras enfermedades transmitidas por insectos desde su posición como jefe de servicio de control de plagas de la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB). El pasado viernes, en el marco de unas jornadas celebradas en el Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona, este biólogo —uno de los mayores expertos en la lucha contra especies como el mosquito tigre— ofreció una conferencia con el título Enfermedades transmitidas por vectores y cambio climático en la que resumió los rápidos cambios y desequilibrios que están propiciando la expansión a nuevas latitudes de varias dolencias infecciosas.

Pregunta. ¿Estamos abocados a convivir con el dengue?

Respuesta. Sí. El mosquito tigre es competente para transmitir la enfermedad y está establecido en España desde 2004. Esto hace que cada vez que una persona regresa infectada de un viaje a una zona endémica se puedan producir contagios locales si es picada en fase de viremia [cuando es mayor la presencia del virus en sangre]. El hecho de que la mayoría de los pacientes sufra la infección de forma asintomática o leve hace más difícil el control. Ya no podemos evitar que haya brotes en España, pero sí reducir su número o prevenir que sean muy grandes. Ese es el objetivo.

P. ¿Cómo lograrlo?

R. Con medidas de vigilancia y control. Es un trabajo a varios niveles que empieza con la información antes de viajar para conocer la situación epidemiológica en los países de destino y las medidas de prevención frente a contagios. Al regreso, debe estarse atento a cualquier síntoma y acudir al médico si aparecen. El sistema sanitario debe estar preparado para identificar y notificar los casos. Aquí es cuando entramos nosotros. Cada vez que se detecta un caso sospechoso importado en urgencias o atención primaria, ellos nos avisan y acudimos a los lugares en los que ha estado el paciente. Si allí detectamos mosquitos tigre, adoptamos medidas de control y así prevenimos brotes. La ciudadanía también puede ayudar si evita focos de cría de los insectos en patios y terrazas. No deben dejarse recipientes que acumulen agua al aire libre.

P. El Aedes albopictus, el mosquito tigre, también puede transmitir otras enfermedades como el chikungunya y el zika. ¿También vamos a tener brotes de ellas?

R. Ya ha habido algunos episodios de transmisión local también de estas enfermedades en Italia y Francia en años anteriores. La respuesta es que es posible, aunque dependerá de la situación epidemiológica en los países endémicos y del número de viajeros. Cuando mayor sea la incidencia allí y el número de turistas, más probabilidades hay de que algunos regresen infectados y se produzcan contagios locales. Esto es algo dinámico. Las epidemias de dengue, el zika y el chikungunya tienen ciclos y se van sucediendo. Ahora es el dengue el que tiene una mayor incidencia, pero en el futuro pueden ser las otras.

P. ¿Hay algo que pueda ir a peor?

R. Sí. Tenemos que vigilar e impedir la llegada de otro mosquito, el de la fiebre amarilla [Aedes aegypti], que es aún más eficiente que el tigre transmitiendo enfermedades. Está en expansión en zonas como Turquía.

Tomás Montalvo. massimiliano minocri

P. ¿Qué explica que Francia lleve dos años con decenas de contagios locales de dengue, Italia ahora haya registrado más de 70 y, en cambio, en España las cifras hayan sido de apenas unos pocos casos?

R. Hay varios elementos que podrían dar una explicación. Francia tiene territorios de ultramar con mucha incidencia de dengue, lo que implica un mayor tránsito de personas infectadas. También tiene un sistema de vigilancia que ha sido de referencia, con muchos años de experiencia, y es posible que detecten más casos que aquí pasan desapercibidos. También influyen las poblaciones locales de mosquito tigre. Si hay más o menos, por cuestiones naturales o resultado de las medidas de control y prevención, el riesgo cambia.

P. ¿Cómo están estas medidas en España?

R. La situación es dispar según las comunidades autónomas. El Ministerio de Sanidad ha desarrollado este año un Plan de Vectores que sirve de referencia para aquellas comunidades que aún no los han desarrollado. En Cataluña empezamos a hacerlo en 2014 y tenemos más trabajo adelantado.

P. París ha sufrido este año un brote de dengue, lo más al norte que ha ocurrido nunca. ¿Esto es por el cambio climático?

R. El aumento de temperaturas propicia condiciones favorables a la actividad de los mosquitos, aunque en este caso seguro que intervienen otros factores. El mosquito tigre también está en expansión en España, pero su principal forma de colonizar nuevos territorios es mediante el transporte de mercancías y personas. Hay estudios que demuestran que los coches son una importante vía de propagación y seguro que así llega a muchas zonas en las que todavía no está presente. Muchas introducciones no tendrán éxito, pero si una vez llegado a un nuevo ambiente encuentra las condiciones favorables, es más probable que se establezca.

P. ¿Qué evidencias hay del papel del cambio climático en la expansión de enfermedades?

R. Es un tema que se está estudiando y del que nos falta mucho por conocer, pero estamos notando pequeños cambios. Con mayores temperaturas y más fenómenos meteorológicos extremos, las condiciones ambientales cambian, las especies que actúan como vectores pueden ampliar su actividad y el riesgo de transmisión de enfermedades crece. Hemos publicado una investigación en la revista científica The Lancet en la que hemos analizado si el mosquito tigre está ampliando el número de semanas en las que está activo. Esto es un buen indicador del impacto que tiene el cambio climático en estas poblaciones. En Barcelona no lo hemos detectado, pero en otros lugares como Grecia sí lo han hecho. También ocurre en otras partes con la malaria, por ejemplo.

P. ¿Dónde?

R. En Kenia. El mosquito que actúa como vector de la malaria, del género Anopheles, tenía su actividad limitada hasta cierta altitud. Pero el cambio de temperatura le ha permitido ampliarla a zonas más elevadas. El resultado es que territorios que nunca habían tenido transmisión de malaria ya han empezado a sufrirla.

P. En su conferencia usted hablaba de los desequilibrios que están facilitando estos cambios…

R. Sí. Es clave que tengamos en cuenta el concepto One Health [Una Salud], que estudia de forma integrada la salud del ser humano, las especies animales y el medio ambiente. Todos ellos están estrechamente interrelacionados y hay un conjunto de elementos que están evolucionando y están propiciando cambios, por lo que hay determinadas enfermedades que pueden emerger.

P. Pero, ¿cuáles son estos elementos?

R. Uno es la superpoblación. Somos unos 7.000 millones de habitantes en la Tierra y a mediados de siglo llegaremos a los 10.000. Esto hace que necesitemos más recursos y aumente la presión sobre el medio natural. Se produce un cambio en los usos del suelo, como el cultivo de palma para obtener aceite en espacios antes ocupados por selvas tropicales. Esto promueve la desforestación, la pérdida de biodiversidad y la ruptura de equilibrios biológicos. El hombre está ahora mucho más expuesto a vectores y patógenos que tenían su actividad en espacios naturales que ahora han sido transformados. La globalización ha sido otro motor de cambio. El tráfico de mercancías, por ejemplo, fue el que trajo el mosquito tigre a Europa desde Asia. Y el de personas puede hacer que un virus infecte hoy a un individuo en la selva amazónica y mañana esté en cualquier parte del globo. Todo esto y el cambio climático produce una cascada de impactos.

P. ¿Y cómo debemos reaccionar?

R. En nuestro ámbito es muy importante desarrollar una vigilancia muy transversal en todos los territorios para identificar y actuar sobre los potenciales riesgos. Son necesarios planes de prevención que nos permitan conocer la situación real y tomar decisiones.

P. Además del dengue y otras enfermedades transmitidas por los mosquitos Aedes, ¿qué otras amenazas afronta España relacionadas con los vectores?

R. Estamos viviendo un aumento de casos de fiebre del Nilo. El mosquito que la transmite, el Culex pipiens, es en este caso autóctono. El incremento se debe a otros factores ecológicos y humanos que influyen en las dinámicas de transmisión del virus, que es endémico en varias zonas húmedas de España en las que las aves actúan de reservorio.

P. ¿Todos los vectores son mosquitos?

R. No. Las garrapatas son otro importante transmisor potencial de enfermedades graves, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Este es un terreno del que queda mucho por estudiar. No sabíamos, por ejemplo, qué especies hay en los parques de la mayoría de las ciudades y el riesgo que suponen para la población, algo que ahora se está investigando a fondo. También debemos tener en cuenta a los flebótomos, que pueden transmitir la Leishmania de los perros a las personas. La enfermedad que produce este protozoo también es grave y es necesario una correcta vigilancia e impulsar medidas para que los dueños mantengan los animales en las mejores condiciones posibles para evitar que se conviertan en un foco.

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